Capitulo. 12

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La excursión

Marie

Phineas conducía por la ciudad camino a casa, se encontraba sorprendemente  callado pese a saber que el director la había suspendido por un tiempo. Tal vez incluso se salvaría de un castigo...

Pero sus pensamientos no estaban ni remotamente cerca de esa idea, en realidad no podía parar de pensar en el desastre que habían causado solo porque Thomas quería "Disculparse". Bueno, tal vez si fuera su culpa por haber huido en primer lugar ¿Pero que mas podía hacer? No le gustaba nada esa cercanía que últimamente estaban teniendo, le producía una sensación extraña en el estomago ademas de mucho calor en sus mejillas y no le gustaba nada.

Incluso intento explicárselo a sus amigas, esa tarde luego de salir con Thomas; pero estas solo se rieron a carcajadas diciendo que lo descubriría por ella misma.

¡Eao obviamente no ayudaba en nada! Así que sin saber que hacer o como deshacerse de las sensaciones extrañas optó por lo más sencillo, alejarse de él. Parecía buena idea al principio, lastima que olvido que ellos no eran como esos chicos de las series o los libros que leía ¡Thomas era el chico más persistente del universo!

- Marie - Llamo de pronto su padre sacándola de sus pensamientos. - ¿Se puede saber por que Thomas se iba a disculparse contigo? - Vaya... Tal vez no se salvaría del castigo después de todo.

Dudo unos segundos en contestar pues ni siquiera ella sabía con sinceridad la respuesta. Además ¿Que pensaría su padre si le contaba todo lo sucedido?

Pensándolo mejor ¿Que tenía que perder?

- Es... Es que salí con él. - Murmuró y pronto noto como su padre se tensaba levemente. -  Y bueno yo dije que tal vez volvería construir y el se rió y pues... Terminé gritándole y salí corriendo.

No pudo evitar que la incomodidad la invadiera en cuanto la última sílaba salió de su boca. Observó a su padre mover las manos una y otra vez sobre el volante como si repasará sus palabras detenidamente.

- Está bien... Primero ¿Salieron en una cita? - Pregunto en un murmuró que la hizo atragantarse con su propia saliva.

- ¡¿Qué?! ¡No! - Chillo casi al instante. Y estaban otra vez esas senciones consumiendola. - Él me invito porque yo le debía un favor y como estaba aburrido salimos los dos.

No sabía muy bien porque estaba tan nerviosa pero las palmas de sus manos habían comenzado a sudar y solo deseo llegar pronto a casa para salir corriendo del auto y refugiarse en su habitación. ¡Moría de vergüenza y ni sabía por qué!

- Entiendo... Entonces él se disculpo, pero como siempre terminaron peleando ¿Verdad? - Afirmó su Phineas con más tranquilidad. Ella solo pudo asentir. - Ahora tu tambien debes que disculparte ¿Lo sabes verdad?

- Lo se... Pero no pude hacerlo. - Se lamento, una pequeña parte de ella hubiese deseado tener más tiempo antes de que los pillaran...

- Ademas, hija no tienes porque molestarte si tus inventos no salen como quieres. - Comento él con tranquilidad. - La verdad yo sin Ferb hubiera causado muchos desastres.

- Por favor Papá, no necesitas mentir.

Escuchar sus palabras, que si bien intentaban ser reconfortantes y alentadoras, la hacían sentir peor... Era agotador saber que su padre seguía manteniendo la gran esperanza de que algún día siguiera sus pasos, pero no había hecho nada parecido desde que tenia doce años y no lo haría ahora pues sabía que no era buena en eso y nada lo cambiaría.

Hija de uno de los más grandes inventores de la época... Y no era capaz ni de armar un reloj sin que explotará.

Sus lúgubres pensamientos se vieron interrumpidos con la visión de su casa, finalmente habían llegado y no pensaba esperar un segundo más para refugiarse en su habitación.

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