Capitulo. 22

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¿Qué me pasa?

Marie

Corrió y corrió hasta llegar a casa sin siquiera fijarse en si él la seguía o no, aunque a decir verdad ¡Ni siquiera sabía por qué! Tal vez fuera una locura pero realmente no se comprendí a si misma, lo único que tenía claro era que necesitaba huir lo más lejos posibles directo a la seguridad de su habitación.

Cuando finalmente llego a casa entro como alma que lleva el diablo y cerro la puerta. Su respiración se había agotado tanto que juraría que corrió una maratón y no un par de cuadras, se apoyo en la pared intentando calmarse pero sus pensamientos iban a volverla loca.

¿Que le había pasado? ¿Por qué corrió así? Eso no era normal en ella. Si sabía perfectamente que Thomas sentía algo por ella y que lo que paso en el cafe no fue nada más que un ataque de celos, era obvio, pero seguía sin entender sus propias acciones.

Menuda tontería, ahora le era posible comprender la mayoría de las actitudes del chico, pero había perdido toda capacidad de entenderse a si misma.  No tenia porque salir corriendo.

¿Tal vez lo hizo por miedo a que Thomas le dijera otra cosa llevado por sus celos?

¿Una declaración? ¿Le temía a eso?

Por supuesto que le temía. Si Thomas se le declaraba ¿Que haría? ¿Cómo le respondería?

Entonces otro temor la invadió... Si la situación se hubiese dado meses atrás sin duda le cortaría el enamoramiento, pero ahora ya no estaba tan segura.

— ¿Marie? — La voz de su padre la saco de sus pensamientos. Levantó la cabeza y se encontró con la mirada confundida de su padre por lo que se despego de la puerta recuperando el aliento. — Bien no quiero saber que hiciste para llegar así...

— ¡Oye! — Se quejo. — ¿Por qué siempre piensas que cada vez que corro es porqué alguien me persigue para devolverme una broma?

Su padre dejo escapar una carcajada antes de regresar al salón seguido de ella.

— Tengo mis razones... — Se burló él.

— Olvídalo. — Zanjo contagiandose de su risa. — Thomas me dijo que querías decirme algo.

— O si eso. Hable con unos amigos y aunque costó un poco... ¡Tus amigos están libres! — Gritó de pronto.

Aturdida se quedó inmóvil por unos segundos intentando digerir la noticia. En cuanto su mente logro procesar las palabras de su padre su corazón se hincho de felicidad, dejo escapar un grito de alegría y se lanzó encima de su padre en un abrazo un tanto asfixiante.

¡Estaba feliz!

— ¡Gacias, gracias, gracias! — Chillo casi encima de su oído.

— Bien, bien cálmate. — Pidió el entre risas. — Escucha, no todos tus amigos pudieron salir,  Jhon y los que tenia cargos por algún crimen deberán pasar un tiempo más.

— ¿Que? ¿Por qué? — Susurro, parte de su ánimo decayó al escuchar aquello. Quería que todos fuesen libres...

— No te preocupes, sus crímenes no fueron graves y fueron hace dos años así que no les darán años de cárcel pero si tendrán muchas horas de trabajo comunitario. — Explicó con más tranquilidad.

— Entiendo. Bueno algo es algo, gracias Papá. — Susurro dejando que una leve sonrisa se apoderará de su rostro.

Dió la conversación por zanjada y decidió internarse en su habitación, estaba horriblemente cansada y necesitaba unos minutos de soledad para procesar todo lo que había ocurrido. Pero antes de poder dar un paso su padre la tomo de la muñeca deteniendola.

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