Capitulo. 29

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¿Amenaza?

Thomas

Su día no podia ir a mejor ¡Le daria una gran sorpresa a Marie! Pues rebuscando entre las viejas cosas de sus padres guardadas en el garaje, encontró lo que parecía ser una motocicleta antigua con varias modificaciones. No sabía si en algún momento fue un proyecto de su padre y su tío Phineas, pero sin duda estaba abandonada y con par de retoques pudo ponerla en funcionamiento. Sin duda le iba a encantar.

Emocionado como un niño finalmente aparco frente a la pizzería donde trabajaba la pelirroja, Marie se movía de un lado a otro tranquilamente atendiendo a los clientes, podría quedarse embelesado allí para siempre... Solo mirandola. Cómo de costumbre entro en el lugar y dejando el casco a un lado se sentó en una mesa para no interrumpirla.

— Hola Tommy — Marie no tardó en acercarse con una gran sonrisa.

— Aún no puedo creer que tenga a la chica más linda del mundo como mi novia. — Comento él logrando que la chica se sonrojara levemente. — ¿Ya estás lista? Tengo una increíble sorpresa para ti.

— ¿En serio? — Pregunto ella, adoraba ver sus ojos chispeantes de curiosidad. — Ya termine mi turno así que dame unos segundos.

Feliz como una niña la vio desaparecer tras la barra del fondo, así que mientras la esperaba solo se le ocurrió jugar con las llaves de la moto para distraerse, sin embargo luego de unos minutos la silueta que se plantó frente a él solo le causó un enorme disgusto. Aquel rubio del que ni siquiera sabía el nombre se encontraba alli, parado frente a Thomas en una postura que no le agradaba nada.

— ¿Que quieres? — Pregunto hastiado de esa situación. El chico solo se  quedaba allí, mirándolo.

— Oh nada, solo intento averiguar qué diablos fue lo que Marie vio en ti. — Espeto con simpleza. — Quiero decir, eres tan... Tú.

Vaya... Sin duda cada vez le caía peor; sin embargo tenía decidido que no se rebajaría a su nivel, o al menos eso intentaría.

— ¡Que gracioso eres! — No pensaba quedarse callado simplemente escuchando sus ridiculeces. — Supongo que tu madre te dejo caer de chiquito porque lo estúpido no se te quita.

Sus palabras causaron el efecto esperado, divertido vio como la cara del rubio enrojecida de cólera e instantáneamente golpeo la mesa con sus manos. Si esperaba intimidarlo no lo conseguiría tan fácil.

— ¡Claro búrlate! Pero me cobrare todas. — Escupió, Thomas solo lo observó aburrido con la situación. — No creas que he olvidado el puñetazo ¿Quien te crees que eres para meterte en mi camino?

— Vaya, no pensé que fueras tan infantil. ¿Meterme en tu camino? ¡Por favor ni que estuviésemos jugando en el jardín de niños! Marie no es una muñeca ¿Sabes? Ella es quien elige con quién quiere estar.

Sus palabras consiguieron silenciarle afortunadamente, el muchacho ardía de rabia pero no podía hacer nada pues aún quedaban algunos clientes en el lugar y su actitud no tardaría en dar muy mala fama. Sin duda se compadecía de su padre...

— Y en cuanto al puñetazo... — Murmuro haciéndose el tonto. — Realmente lamento haberlo hecho, termine ensuciandome las manos.

— ¡No te metas conmigo niña yo! Tu no sabes de lo que soy capaz. Yo haré que cambie su absurda elección y te devolveré cada humillación con creces. — Zanjo como si de una competencia se tratase.

— Vaya, una amenaza ¿Seguro que quieres seguir por ese camino? Parece que no aprecias mucho tus dientes.

Su paciencia comenzaba a agotarse, su padre le había enseñado que el silencio muchas veces era la mejor opción... Pero no lograba simplemente estarse quieto cuando le escuchaba hablar de ese modo. Lo aborrecía y si no fuera porque quería ir con Marie a pasar un lindo día  ya le hubiese estampado contra la pared.

Love or hateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora