«Qué lástima que el sufrimiento venga de un cielo que de un maldito infierno».
»«
El mundo de Jhandra Bell colapsa el día de su graduación.
El amor no será capaz de hacerle cambiar su decisión.
En pleno descenso a la oscuridad encontrará un aliad...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El amor fue el detonante para la desgracia.
»«
¡Mierda!
Mis piernas duelen de tanto correr y más con estos tacones, la brisa congela mi cuerpo. El invierno se está haciendo notar en esta temporada.
Afianzo la chaqueta que me coloqué sobre el vestido, sigo el camino de piedra que esta frente a mí, tropiezo y doy una voltereta, giro mi cuerpo, apunto y aprieto el gatillo.
El sonido es ensordecedor.
—¡Mierda, Jhandra! —masculla entre dientes Arthur, alzo mis hombros y nos escondemos entre las columnas.
—Se equivocaron de persona —digo un poco agitada por el maratón que hice—, además, él sabe muy bien que entre nosotros, la de la buena puntería soy yo. —Termino de decir recargando el arma, salgo de mi escondite.
Uno.
«Besarte... fue mi detonación personal».
Dos.
«Aprendíamarte desde queteconocí, te amo jazba... Realmentelo hago».
Tres detonaciónes.
«Te dije que iría a por ti.. Soy un hombre de palabra».
Siento el corazón a mil, me agacho cuando escucho las ráfagas de respuestas.
—Maldición, Jazba entregate, ¡no lo hagas más difícil! —grita.
Lo miro por encima de los escombros y él esta observando con detenimiento la zona buscándome.
Me encuentra y sin haberlo previsto corre hacia mí, mi reacción es en cámara lenta.
Solo me veo girando mi cuerpo hacía él apuntando mi arma.
Ambos tratamos de controlar nuestras respiraciones, cara a cara, sus ojos negros profundo me retan.
Negro contra verde.
Ese amor - odio que solo nosotros entendemos.
Enfrentados.
Enamorados.
—¡Jhandra, se acabo! —Su desesperación se hace palpable—. Tu venganza... se dará lo prometo, ese cobarde pagará, es el momento de pensar en nosotros. —Sus ojos me observan con suplica y un dolor se instala dentro de mi pecho quitándome la respiración—. Jazba solo por esta vez...
No.
Mi venganza no esta hecha.
El dolor me consume, pero mi orgullo habla.
—¿Nos amamos —interrumpo alzando una ceja—, o... ¿Nos matamos? —Suelto cínicamente y mi dedo aprieta el gatillo.
El sonido retumba en ambos.
» Esta es la segunda vez que te lo repito... La próxima será directo a tu cabeza —susurro en su oído.