»Capítulo 35

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Con el dolor a cuesta, aún sigo preparada para completar mi última batalla

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Con el dolor a cuesta, aún sigo preparada para completar mi última batalla.
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—¡Calla la puta boca! —Dirijo el filo del cuchillo en su cuello blanquecino, él tiembla como un cervatillo en pleno invierno—. Esto es muy personal. Por fin me la vas a pagar, te haré sufrir de mil y una forma, es una promesa. —Sonrío y la excitación del momento me llena de adrenalina.

Presiono el mango del cuchillo y en un movimiento estoy llena de ese líquido viscoso e intenso, una carcajada sonora sale de mí, sin remordimientos limpio con mis dedos centímetro a centímetro el cuchillo.

—Esperaba por ti, Jazba. —Me paralizo sosteniendo el cuchillo—. Esperaba que cambiaras tus planes, esperaba... Qué me amarás. —Las gotas de sangre caen sobre mis botas.

Me giro lentamente.

Lo veo.

Acorta la distancia y agarra mi rostro besándome de una manera voraz, arrolladora, cruda, solo soy capaz de disfrutar de sus labios. Al instante siento el sabor metálico en mi lengua, abro los ojos y veo su rostro distorsionado, no deja de besarme y la garganta se me cierra con la sensación de ahogo que me invade.

Sus besos van cargados de sangre.

Jazba, morí por ti, te amo tanto que preferí dar mi vida por la tuya, sé feliz por favor —súplica en medio del beso. Forcejeo para soltarme de su agarre y cuando mis manos lo empujan, un humo negro hace aparición.

Todo se llena de humo de colores, todos se comienzan a mezclarse alrededor de mí, el blanco con el rojo, rojo con el negro y yo tratando de alcanzar el blanco en un inútil intento, grito en medio de ese gran caos que me consume.

—Ríndete, solo quiero tu rendición. —Su voz se escucha en toda la habitación.

Todo se distorsiona.

Siento un dolor en el pecho, que penetra y calcina, la angustia sigue creciendo, tengo la respiración irregular, asustada boqueo para recibir un poco de aire y no logro en ningún momento llenar mis pulmones, siento el cuerpo tenso, adolorido, solo soy consciente de las lágrimas que nublan mi vista.

Despierto.

Revoloteo mis pestañas lentamente, trato de moverme, pero siento el cuerpo pesado, es como si tuviera docenas y docenas de ladrillos encima.

Respiro profundo.

Fue una pesadilla.

Un dolor me traspasa al lado derecho de mi abdomen,  observo y las vendas están llenas de sangre, me incorporo con lentitud y al tratar de mover una de mis manos hacia mi herida otras las tienen aferrada.

Él se despierta de inmediato, su mirada me estremece,  su preocupación se hace visible en ese rostro cansado y ojeroso.

—¿Cómo te sientes, sirenita? —cuestiona con su voz ronca, lo observo y tiene su cabello negro revuelto, una camiseta negra y su chándal de dormir. Se nota demacrado como si no hubiese dormido en días.

(BORRADOR) Jazba Roja ©  ✔️Próximamente en Físico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora