»Epílogo

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El mundo es un arco iris que contiene el negro

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El mundo es un arco iris que contiene el negro

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『Cuatro años después』


Tengo el registro de los restos de mi vida en el arma de mi mente, donde los casquillos y la pólvora de los recuerdos quedaron en el olvido.

He probado lo que es el dolor y lo que es sentir perder en el camino de una venganza.

Donde saboreé lo dulce que es la sangre y lo amargo que es la muerte y la traición. Esta última es la peor forma de sacar los demonios de otros y de matar la poca fe en las personas.

He confiado en palabras amorosas con sabor a deslealtad, a pesar de eso, recogí todos mis pedazos dejados en ese camino y escogí esta vida. Donde gracias a todo lo que viví en el pasado hoy puedo decir que soy una mujer audaz en este mundo hecho trizas.

No soy un dulce sueño. Tuve que enfrentarme con mis miedos, mi odio y al que una vez creí era el amor de mi vida, donde las consecuencias me dejaron con unas alas llenas de agujeros y desde ese momento cargando el dolor a cuesta... Aprendí que nadie vuelve del infierno con el alma intacta.

Con mis escombros construí mis propias ventajas, en esta vida donde lo que importa y salva... Es el sonido de una bala.

—Estas hermosa e imponente. —Su voz me saca de mis pensamientos, él me está observando con picardía a través del espejo—. Tu y yo tenemos unos cuantos infiernos pendientes, Sirenita. —Sonrío al verlo morder sus labios. Me giro y quedo a la altura de sus ojos.

—¿Sí, cuantos? —cuestiono siguiéndole el juego y al instante llevo mis manos hacia a su nuca.

Él me levanta de un salto y quedo pegada a su cuerpo.

—Muchos... y los que falta por cobrarte. No tienes idea de todo lo que me debes, no sabes cuánto desee hacerte en todo ese tiempo que no te sentía parte de mí, las cosas más sucias, lujuriosas y perversas, cada noche en mi mente te hacia mía, Sirenita —susurra y sujeta mi nuca afirmando mi cintura con su otra mano, al instante nuestras respiraciones se hacen pesadas, poco a poco desciende su rostro rozando al mío, en un segundo la distancia se hace menos entre nuestras bocas.

—¿Qué esperas? —susurro afirmando mi agarre en su nuca, tocando su cabello negro y consumiendo su aliento mezclándose con el mío.

Sonríe con satisfacción y al instante me besa.

La humedad de nuestras lenguas se enreda de una manera intensa, ansiosa, sus manos se ciernan en mi cadera demandante y posesivo, robándome el aliento, me aferro a él y me balanceo con su cuerpo.

Es como estar en una niebla erótica y saboreando tu dulce favorito, comer de él nunca es suficiente, bajamos la intensidad y sin tregua sus labios carnosos plasman besos húmedos en cada palmo de mi cuello expuesto.

(BORRADOR) Jazba Roja ©  ✔️Próximamente en Físico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora