«Qué lástima que el sufrimiento venga de un cielo que de un maldito infierno».
»«
El mundo de Jhandra Bell colapsa el día de su graduación.
El amor no será capaz de hacerle cambiar su decisión.
En pleno descenso a la oscuridad encontrará un aliad...
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El amor y protección puede venir de la mano de muchas maneras:
Explotando de tanto aguante.
Luchando hasta el último intento.
Confesando tu más grande tormento.
Pero... De nada sirve cuando la decisión solo depende de la otra persona.
»«
Recuerdo todo lo que pasé en las últimas horas.
Todo lo que he aguantado para seguir adelante pese a todo, y vienen estos idiotas a hacerme pedazos.
Estoy volviéndome loca.
Arthur.
Aryek.
Dyclan.
Los tres hombres más importantes de mi vida y cada uno cumpliendo un rol en mi miserable mundo.
Pero cada uno haciendo de mi existencia un infierno...
Luego de regresar del enfrentamiento con la policía llegamos al club y al instante me aleje de Dyclan, no quería ser partícipe de eso.
Hay muchas formas de hacer las cosas, pero realizar un secuestro en pleno día era el mayor suicidio que podíamos cometer.
Recuerdo salir a una estancia del club y escuchar las voces de Arthur con Los Latinos:
«—¡Perros! —Escucho el grito de Arthur—. Son unos malditos sádicos.
—Te estás ganando un tiro pedazo de mamón. —Otra voz que reconozco como uno de la banda de los Latinos.
Corro hacia el bullicio y veo a Arthur arrinconado por dos de ellos.
—¿¡Qué mierda pasa aquí!? — menciono con un tono de voz fría colocando mi mano atrás de la espalda tocando el metal.Veo que los chicos alzan sus manos dejando a la vista sus armas cortas.
—¡Nada! Estábamos de chalequeo ¿a que sí? —pregunta Jason al otro moreno llamado Juan.
—La neta. —Alzo mis cejas y veo a Arthur acomodándose la camisa.
—¿Arthur, estas bien? —Me mira con rabia y se aleja de mí.
Observo a los dos chicos que tienen una sonrisa siniestra en sus rostros y me alejo a buscar a Arthur.
Lo veo saliendo por la puerta de salida alterna.
—¿Qué tienes? —pregunto cuando lo alcanzo en el callejón.
