»Capítulo 42

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El amor es la sentencia de muerte del deber

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El amor es la sentencia de muerte del deber... y, a veces el deber es la agonía del amor.

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He traído conmigo a Jhandra. Quiero que sea consciente que pese a todo siempre hay otra posibilidad de ser feliz, o por lo menos que recuerde las cosas que vivió antes que todo se volviera un caos.

Solo quiero que por lo menos logre despejar su mente, aunque sea un día, que los recuerdos bonitos del pasado la llenen y la hagan sentirse un poco mejor.

La observo con su mirada llena de felicidad y su risa hace eco en la habitación, mi madre está pletórica, Jhandra es la hija que nunca tuvo, cuando se alejó de mi vida, ella preguntaba siempre si la había hallado, hasta que un día dejó de hacerlo y se resignó de no volverla a ver más.

Suspiro.

Estas últimas horas he reflexionado en lo que debería hacer en esta situación, todo es tan complicado, mi carrera está en un hilo, todo lo que anhelé desde pequeño se ha envuelto en corrupción y dolor en un instante.

Tantos secretos, trabajos sucios, muertes, personas sin moral ni ética.

Donde los ladrones son de alto cargo y los corruptos premiados y felicitados en públicos.

Ahora sé que en cualquier parte puede haber corrupción, esa lacra haciendo que las vías legales y gubernamentales estén llenas de putrefacción.

A veces cambiar el mundo es una locura, pero intentándolo se convierte en justicia.

─Ar, me siento cansada, quiero ir a casa. —Su voz me saca de mis pensamientos, ella se halla sentada en el sofá con una de sus manos aferradas en su costado.

De inmediato me levanto y voy a despedirme de mi madre.

—Vendré pronto mami, cuídate mucho. —menciono y doy un beso a su frente, sonríe y caminamos juntos hacia la puerta, antes de irnos ella se acerca a Jhandra y la arropa en sus brazos.

»Venga mamá, nos tenemos que ir. —Jhan me mira y me da una media sonrisa y mi corazón se altera solo por ese gesto.

─Nos vemos mi pequeña, no te olvides de nosotros.

Ella asiente y camina alejándose de nosotros, abrazo a mi madre que susurra un cuídate, hijo y asiento, me alejo de ella y le hago un adiós con mi mano. Dirijo mis pasos hacia a la entrada, Jhandra me espera en la puerta del coche.

Llego a ella y abro la puerta del copiloto y al instante se sube, la ayudo a colocarle el cinturón y rodeo el coche, me subo y arranco.

─Tu madre sigue igual, tan amable y hermosa como siempre ─menciona con la mirada perdida al frente.

(BORRADOR) Jazba Roja ©  ✔️Próximamente en Físico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora