«Qué lástima que el sufrimiento venga de un cielo que de un maldito infierno».
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El mundo de Jhandra Bell colapsa el día de su graduación.
El amor no será capaz de hacerle cambiar su decisión.
En pleno descenso a la oscuridad encontrará un aliad...
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Mientras más cerca estas de alguna verdad...
Es donde tus ideales se ven obligadas a cambiar.
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Le doy un beso cargado de intensidad.
Aunque ella se resiste, pero de inmediato afirmo el agarre, mi lengua comienza a jugar con la suya en un beso deseoso, amoroso y lleno de esperanza. Quiero transmitirle que voy en serio y a por todo, disminuyo un poco el ritmo y la sensación de vértigo acelera mi pulso, me separo a centímetros de ella, sonrío y junto mi frente con la suya.
—Estoy dispuesto a todo por ti... —susurro dándole un beso corto a esos labios voluptuosos—. Sé que estás con él, Dyclan, estoy al tanto que ambos están juntos, los vi besar... —confieso y ella me observa de forma interrogante
—Cállate —corta, al instante rodea mi cuello y me estampa un beso corto. Sonrío y me guiña un ojo.
Se levanta y la imito volviendo a mi sitio, en cambio ella se aleja hacia a la barra para pagar.
La curiosidad me invade al ver algunas carpetas sobre la mesa, cojo una de ellas mientras observo hacia donde esta Jhan, aún sigue en la fila, así que sin pensarlo la abro y un documento sobresale entre todos, rebusco en uno del bolsillo del uniforme y saco mi móvil, el sonido del clic me avisa que tomó la imagen, algo me dice que esto está relacionado con lo que ha estado pasando estos últimos días, al instante devuelvo la hoja y ordeno un poco disimulando y guardo el teléfono.
Tamborileo mis dedos en la mesa haciendo un sonido mientras la veo aproximarse hacia a mí.
—Vámonos —ordena mientras coge las carpetas, asiento y ambos caminamos en silencio saliendo del local, la observo y está sumida en sus pensamientos.
Es tan hermosa... ya no queda nada de esa chica de dieciséis años. Frente a mí esta una mujer con carácter, ya no está su timidez, en realidad, de eso no queda ningún rastro.
¿Cuántos años esperé para verla de nuevo?
Ahora la tengo a mi lado, sin embargo, más lejos que nunca...
Salgo de mis pensamientos cuando la observo como se sube a su coche, por inercia mis manos sostienen la puerta y en un movimiento la giro en el asiento, mis ojos dan con los de ella mientras me coloco entre sus piernas.
—¡Aryek, aléjate! —exclama tratando de alejarme con sus pequeñas manos posadas en mi pecho—, olvídame, por favor. Esta situación nos va a terminar de destruir.
—Ojalá fuera fácil olvidarte —susurro, tomo una de sus manos acercándola hacia mi pecho—, que por dejar de amarte me arrancaría el corazón, pero aun haciendo eso, no lograría borrar tu huella de mi sistema. —Rozo mis labios con los suyos absorbiendo su aliento. Mi corazón palpita de una manera caótica, ella es... Mi más grande perdición.
