En cuanto llega a casa, Hazel se desmaquilla, se pone una vieja camiseta y se mete en la cama. Tumbada boca arriba, empieza a pensar en todo lo vivido con Jon y, aunque lo primero que siente es decepción y rabia al haberlo visto salir cogido de la mano de esa chica, ese sentimiento se transforma en ira contra ella misma.
Los momentos que ha compartido con Jon se suceden en su mente como si fueran fotogramas de una película, desde su primer encuentro aquella noche y la maravillosa cita que improvisaron, hasta el último abrazo que se habían dado celebrando que se habían convertido en socios de una empresa.
Ya ni siquiera le salen las lágrimas, pero tampoco puede conciliar el sueño. Así que decide levantarse y salir a la terraza a tomar el aire, que no es muy fresco por la noche tan calurosa que hace, pero al menos le parece más respirable que el que hay en su habitación.
La idea de que tendrá que resignarse a no enamorarse nunca va cobrando más fuerza en su cabeza. Desde su primera experiencia en su adolescencia, siempre había considerado el amor como sinónimo de sufrimiento, y por eso se había aferrado a su compromiso de no dejarse sentir emociones que fueran más allá de lo físico.
Sin embargo, conocer a Jon había roto todos sus esquemas. Era un hombre diferente a todos los que había conocido, y él había conseguido despertar a su aletargado corazón. Pero, finalmente, no había servido para nada. Y lo más probable es que todo hubiera sido culpa suya, porque su miedo al compromiso era lo que había terminado por alejar a Jon. Y alejarlo tanto, que había ido a parar a los brazos de otra mujer.
Tenía que asumirlo, no le quedaba otro remedio. Volvería a su estado de vida anterior; pensar solo en divertirse y mantener su corazón bien resguardado, algo que sospechaba que no le costaría ningún esfuerzo pues tenía bastante claro que nunca volvería a sentir esas emociones tan intensas que había sentido con Jon.
Sentada en una silla, con los pies descansando sobre otra, mantiene su mirada en el despejado cielo, que es testigo de su desolada determinación.
Mientras tanto, Jon se ha quedado completamente contrariado ante las palabras y el gesto enfurecido de Lucas.
—Solo la he acompañado a su casa... —empieza a explicarle Jon.
—¡¿Y por qué lo has hecho?!
—Bueno, ella ha sido muy amable y me he ofrecido a...
—¿Y tú acompañas a todas las chicas amables que conoces? —sigue preguntando Lucas todavía alterado.
—No, pero... ¿Por qué me estás haciendo tantas preguntas? ¿Y por qué estás tan enfadado? —le pregunta Jon, todavía sin entender nada.
—¿Tienes algo con esa chica?
—¡No! ¡Claro que no! Además, me ha contado algo muy interesante...
—¡No me importa lo que te haya contado, por muy interesante que sea! Lo único que me importa es que Hazel os ha visto y ahora cree que estáis liados.
—¿En serio? ¿Y por qué va a pensar eso? Justamente, esa chica me ha contado que formaba parte de un montaje, un plan trazado por Daniel, igual que la repentina aparición de Tom en la vida de Hazel. ¡Todo era una farsa!
—¿Cómo? ¿De qué estás hablando? —pregunta Lucas extrañado.
—Quería contarme toda la verdad porque no se sentía cómoda con lo que estaba haciendo. Al parecer, todo lo del programa para la que había sido contratada era una farsa. Solo tenía que intentar conquistarme para separarme de Hazel. Igual que Tom tenía que conquistar a Hazel para separarla de mí. Todo orquestado por el capullo de Daniel. Desde luego, ese hombre no tiene límites.
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Directo hacia ti
RomanceHazel celebra su ascenso con asombro y alegría. Es la primera mujer que ostenta un cargo directivo en la cadena de televisión local donde lleva trabajando casi siete años, propiedad de un multimillonario misógino, inculto y con escasos conocimientos...