Capítulo 28

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Al día siguiente, a Hazel le cuesta muchísimo levantarse de la cama. No se encuentra muy bien. Parece que ha cogido algo de frío, pues tiene la nariz taponada y un malestar en todo su cuerpo.

En cuanto se incorpora de la cama, después de hacer un grandísimo esfuerzo, empieza a estornudar  sin parar. Tiene la tentación de llamar y avisar de que va a quedarse todo el día en la cama, pues es lo único que le apetece, pero es consciente de que un simple resfriado no es excusa para faltar al trabajo. 

Cuando llega a los estudios, todos comentan la mala cara que trae, le preguntan cómo se encuentra y se muestran amables con ella. Pero Hazel, además de encontrarse mal físicamente, también está mal anímicamente. No le apetece hablar con nadie, no le apetece sonreír y, aunque adora su trabajo, hoy es un día en el que es allí en el último lugar en el que le gustaría estar.

Sin duda, lo que aprendió en el curso de meditación al que acudió hacía unos años, se cumplía a rajatabla; el cuerpo no enferma si tu mente y tu corazón están sanos. Y ahora, ella sentía que su mente y su corazón estaban muy enfermos. El dolor que había sentido por la marcha de Jon le había causado una gran herida. Y no solo por su marcha, sino por el hecho de que hubiera pensado que había sido ella quien había traicionado su confianza, contándole a Daniel lo de su oferta de trabajo. 

Se veía incapaz de soportar esa situación. Estaba hecha un tremendo lío. Por un lado, quería hablar con Jon y convencerle de que ella no había dicho nada. Pero a la vez, tener que hacer eso le provocaba mucha rabia, una indignación que no podía soportar. Se sentía ofendida por tener que convencerle de algo así. Se repetía una y otra vez que si Jon la conocía lo suficiente, debería saber que ella nunca le habría dicho nada a Daniel. Y entonces volvía al mismo punto de partida, en el que le echaba de menos y pensaba que no volvería a verlo nunca más, lo que incrementaba la angustia que se unía a su indignación.

Aunque las fuerzas le flaqueaban, el hecho de que hubiera tanto trabajo en la cadena, le venía bien para tener la mente distraída. No ha visto a Daniel en todo el día, algo de lo que está profundamente agradecida. Pero, cuando Álvaro le pide que vaya a su despacho, teme que él también se encuentre allí y que la llame para tratar el mismo asunto del día anterior. Sin embargo, Álvaro está solo y parece haber olvidado todo lo ocurrido y su actitud vuelve a ser la misma de siempre.

—Hazel, quiero que te encargues de liderar la productora de Jaime del Río —le dice en cuanto entra a su despacho—: Ellos van a poner a uno de sus directivos a "controlar" cada proyecto, y no quiero dejarlo todo en sus manos. Quiero que esté todo supervisado por nosotros. Vamos a hacer muchas cosas con ellos, hay muchos proyectos sobre la mesa, y quiero que todos los supervises, siempre mirando por el bien de la cadena, ¿comprendido?

—Sí —responde Hazel.

—Vaya, menudo constipado, ¿no? ¿Te encuentras bien?

—He tenido días mejores... —responde Hazel—: Una pregunta, ¿tendré que trabajar con Jaime? 

—No. Tendrás que trabajar con la persona que pongan de responsable. De hecho, lo hacen para que, precisamente, Jaime esté lo más alejado posible de la operativa, ya que tenemos una visión de negocio bastante diferente.

—Bien. ¿Me darás acceso a todos los proyectos? ¿Hay algún tipo de informe? ¿Más información sobre el acuerdo al que se ha llegado? ¿Si hay...?

—Sí, sí, tranquila —le interrumpe Álvaro—: De hecho, te acabo de enviar toda la información al correo. Y lo primero que voy a pedirte es que te lo leas con detenimiento, lo estudies y te empapes bien de todo lo que hemos acordado. 

Mientras Álvaro sigue hablando, explicándole el proyecto, los objetivos, las necesidades y que el motivo de ponerla al frente es por lo mucho que confía en ella, Hazel pierde un poco la concentración. Ha empezado a dolerle la cabeza, pero eso no impide que se dé cuenta de que Álvaro se está extendiendo demasiado en ensalzar todas sus virtudes y justificar que la haya elegido para liderar este proyecto.

Directo hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora