Capítulo 6

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Durante todo el día, Hazel casi no puede levantarse de su asiento, analizando datos del tráfico en la web, aprendiendo información sobre posicionamiento, estudiando las webs de la competencia, leyendo dossieres de nuevos contenidos que ofrecerá la cadena...

Siente que la cabeza le va a explotar, además de que empieza a dudar de su capacidad para responsabilizarse del departamento multimedia. Ella sabe de contenidos, de creatividad, de organización de escaletas... De hecho, Hazel solicitó el puesto de productora ejecutiva cuando quedó vacante, pero el señor Gervasio le dio el cargo a su hijo Daniel, a quien Hazel consideraba uno de los menos preparados para ocupar ese puesto. Por eso, Daniel recurría muchas veces a ella para pedirle ayuda, aunque él se llevara todo el mérito.

De todas formas, se consolaba pensando que tendría que seguir ejerciendo esa actividad, y esta sí sería recompensada económicamente, aunque su aumento de sueldo se debiera a otro puesto.

Concentrada en la lectura de una guía sobre estructura y organización de una página web, no se ha dado cuenta de que son cerca de las ocho y media de la tarde. Ni siquiera se ha percatado de que está sola en la oficina, pues todos sus compañeros se han marchado ya. Levanta la cabeza, observa a su alrededor y de pronto le asalta una sombra de duda ante el inquietante silencio. 

Mira por la ventana y no ve ningún coche estacionado en el parking. Apaga el ordenador, coge su bolso, apaga también la luz de la oficina y sale al pasillo, donde reina el silencio y la soledad. A esas horas, solo deben estar los de informativos, en el plató 1; el realizador, en su guarida; y el guardia jurado, en la entrada. Los lunes por la noche no se emitían más programas en directo, así que los estudios quedaban prácticamente vacíos a esas horas.

Cuando se dispone a bajar las escaleras, una voz a su espalda hace que casi tropiece y se caiga.

—¿Todavía trabajando? —pregunta Jon.

—¡Joder, qué susto me has dado! —responde Hazel, llevándose una mano al pecho.

—Perdona, no quería asustarte. ¿Ya te vas?

—Sí, se me ha hecho muy tarde. No me había dado cuenta de la hora que era.

—Yo también me iba ya —dice Jon, acercándose lentamente hacia ella —:¿Por qué no nos vamos juntos y cenamos?

—Ya te he dicho que no puedo. Otro día, ¿vale? —dice Hazel, dándose la vuelta para bajar por la escalera.

—Espera.

Hazel se detiene y vuelve a girarse hacia Jon, que ahora está todavía más cerca. La escasa luz que proviene de la planta baja le ilumina levemente el rostro, y Hazel se arrepiente de inmediato de mirarle a los ojos, pues desprenden un brillo terriblemente seductor.

—¿Por qué tengo la sensación de que me estás evitando? 

—¿Quién, yo? No te estoy evitando, solo quiero irme a mi casa y tumbarme en el sofá. ¡Estos tacones me están matando!

—¿Sabes qué fue una de las cosas que más me gustó de ti cuando nos conocimos? Tu transparencia —dice Jon antes de dejarle dar una respuesta —:Me pareciste una mujer sincera, directa, natural.

—Bueno, gracias. Creo que así soy...

—Pues hoy no me lo pareces —la interrumpe Jon, dando un pequeño paso más hacia ella, lo suficientemente cerca como para coger un mechón de su cabello y enroscarlo suavemente en su dedo —:Decía completamente en serio que la otra noche fue la mejor de mi vida. Creía que no volvería a verte nunca más y cuando te vi esta mañana, me dio un vuelco el corazón.

—Eso es porque te tiré el café por encima, ja, ja, ja —bromea Hazel —:Y si sentiste un fuego ardiente en tu pecho, era porque te quemabas.

—¿Por qué te burlas de mí? —pregunta Jon con gesto compungido, apartando su mano.

Directo hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora