Capítulo 44

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Hazel se marcha hacia su casa, aparca el coche y se pone a caminar por la calle, sin rumbo, sintiendo cómo su enfado va en aumento y su estado de ánimo se debilita. 

No sabe el rato que lleva dando vueltas por su barrio, hasta que decide subir a su casa y esperar a que Álvaro la llame para tomar una decisión sobre su futuro profesional. Manda un mensaje a su amigo Lucas pidiéndole que la rescate del bucle de rabia y autocompasión en el que se ha metido, y que vaya a comer con ella a su casa.

Mientras tanto, en el despacho, Jon piensa cómo hacer que Hazel le escuche y conseguir que se sienta mejor. Es consciente de que sus actos han provocado todo el entuerto en el que se han metido y, aunque Hazel ha sido la peor parada, está convencido de que van por el buen camino y de una forma u otra, lograrán desenmascarar al maquiavélico Daniel.

Justo cuando Jon va a salir a comer, Álvaro aparece en busca de Hazel.

—¿Se puede saber qué has hecho? —le pregunta Jon mostrando su enfado—: Sinceramente, no me esperaba esto de ti, Álvaro. De tu cuñado sí, porque ya ha demostrado que tiene un cerebro de mosquito y que además lo tiene instalado en sus huevos, pero ¿de ti? Te tenía por un hombre íntegro y cabal, y que no te dejarías influenciar por un hombre que ya te ha demostrado tener menos escrúpulos que una zapatilla. ¿Sabes lo que creo? Que al final Hazel se marchará y perderemos a la persona más valiosa de esta empresa.

—Ya me ha advertido de su dimisión —confiesa Álvaro cabizbajo.

—¿¡Lo ves!? —exclama Jon satisfecho—: Mira, no sé qué se trae Daniel entre manos, pero está claro que su principal propósito es castigar a Hazel por no haber accedido a acostarse con él. Es una actitud ruin y mezquina, pero pensaba que tú ya sabrías cómo es tu cuñado y no volverías a hacer caso a nada de lo que saliera de su sucia boca.

—No creo que...

—Mira, Álvaro, no quiero faltarte al respeto, pero si tú también estás actuando de esta forma porque Hazel ha pasado de ti, te estás poniendo al mismo nivel que tu cuñado y, sinceramente, no me esperaba eso de ti. Y te digo una cosa más, si Hazel dimite, yo también lo haré. 

—Yo no...

Pero Jon no deja que Álvaro termine su frase porque se da media vuelta y sale de la oficina. Si Hazel le ha dicho que podría dimitir, la conoce lo suficiente como para saber que no se trata de una simple amenaza. Y no está dispuesto a que eso ocurra.

Sin dudarlo un instante, sube a su moto y se va directo hacia casa de Hazel. Mientras está mirando los nombres en los telefonillos, alguien abre la puerta y Jon aprovecha para entrar.

En el piso de Hazel, Lucas ha respondido a la llamada de auxilio de su amiga y los dos están debatiendo sobre los últimos acontecimientos en la controvertida vida de la joven:

—¿A ti te parece que esa es la actitud de un amigo? —le está diciendo ella, notablemente acalorada, moviéndose por la cocina de un lado a otro, agitando mucho los brazos—: Seamos amigos, ¡ja! Y no tengamos sexo, ¡pues qué bien! Si no se iba a comportar como un amigo, al menos podríamos disfrutar de un buen revolcón de vez en cuando. ¡Pero ahora ni eso! Porque, amigo, lo que se dice amigo no es. Un amigo no traiciona de esa forma, ¿no te parece?

—Madre mía, Hazel... —comenta Lucas poniendo los ojos en blanco, sabiendo interpretar lo que realmente le pasa a su amiga—: Esto es mucho más fuerte de lo que imaginaba.

—¿A que sí? ¡Claro que es fuerte! ¡Muy fuerte!

—Dime una cosa —le pregunta Lucas con mucha calma, intentando contener la risa que los esparajismos de su amiga le provocan—: ¿Qué es lo que más te molesta? ¿La supuesta traición de tu amigo o que ya no tengas sexo con él?

Directo hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora