Capítulo 43

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Al llegar a la oficina algo más tarde de las 8, le sorprende encontrarse a Jon sentado a su mesa.

—Vaya, qué madrugador —dice Hazel yendo directa a su mesa—: Pensaba que no aparecerías hasta después del mediodía.

—Esa era mi intención, pero no conseguí dormirme, así que, he salido a correr temprano y me he venido aquí. ¿Y tú? ¿Cómo has conseguido despertarte tan pronto?

—Pues, yo tampoco he conseguido pegar ojo. Creo que el gintónic sin ginebra debe ser más excitante que el café. 

—Puede ser... La verdad es que nunca había tomado los gintónics así.

Antes de que encienda el ordenador, el teléfono de Hazel suena y encuentra a Álvaro al otro lado:

—Buenos días, Hazel, estoy en el aeropuerto, acabo de aterrizar. Necesito hablar contigo urgentemente. 

—Buenos días, Álvaro. Estupendo, porque yo también quiero comentarte unas cosas sobre...

—¿Puedes decirme a qué se deben los cambios en la programación de grabación?

—¿Te refieres al programa concurso de...?

—Hazel, no dejes que Jon haga lo que quiera —le interrumpe Álvaro, mostrando su tono serio que ella ha podido notar con las primeras palabras—: Creo que la productora tiene otros intereses diferentes a los nuestros y tú tienes que velar por los nuestros, precisamente. Espero que nada te distraiga de tus objetivos. Sé que hay muy buena relación entre vosotros, pero...

—Álvaro, no te adelantes, ¿quieres? —esta vez es Hazel quien le interrumpe—: Antes de juzgarnos injustamente, escúchame. Es precisamente de eso de lo que quiero hablarte, y tanto a Jon como a mí nos ha parecido muy extraña la decisión que parece han tomado Estela y Jaime por su cuenta. Por eso mismo, Jon y yo hemos decidido no hacer nada hasta hablar contigo.

—Ah. Vale. Entonces hablamos en cuanto llegue —Y sin una despedida, Álvaro corta la llamada.

—Hasta luego, querido jefe, aquí estaremos esperándote impacientes —dice Hazel mirando el teléfono.

—¿Qué pasa? —le pregunta Jon.

—Nada, que Álvaro quiere hablar sobre el programa concurso. Tal y como pensábamos, él no está de acuerdo con la decisión de priorizar su grabación.

—¿Y por qué me has nombrado dos veces en la misma frase? 

—Nah... —dice Hazel intentando restarle importancia—: Quería saber si tú estabas de acuerdo.

—Ya... O sea, que pensaba que yo habría podido influir en ti para que hiciéramos lo que la productora quiere, ¿no?

—Bueno, eso es lo que le dijiste a Daniel, ¿no? Que sabías cómo ejercer tu poder sobre mí para que hiciera todo lo que tú quisieras, ¿era así? —comenta Hazel con ironía.

—Sí, algo así... Sabe que te tengo totalmente sometida. Incluso le enseñé el látigo que me compré para la ocasión, aunque no le mostré mis calzoncillos de cuero —bromea Jon.

—Ja, ja, ja, pues yo le dije que iba a comprar un látigo para que me azotaras con él.

—¿¡En serio, ja, ja, ja!? —ríe Jon con ganas—: Al final terminarán por creérselo. 

—¿Sabes qué pienso? Que no me extrañaría nada que Daniel tuviera algo que ver con todo esto. Parece que ha hecho buenas migas con Jaime y con tal de meter cizaña y hacerme quedar en mal lugar, creo que es capaz de cualquier cosa, incluso aunque vaya en contra de los intereses de su propia cadena.

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