Capítulo 41

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Hazel cierra los ojos y aparta a Tom con un leve empujón.

—Estoy un poco mareada —le dice mientras se marcha. Deja su vaso en la primera mesa que encuentra y va andando rápidamente hacia la puerta.

Tom da un manotazo contra la pared y agacha la cabeza. 

Jon sujeta a la chica por los hombros y la aparta de su lado.

—Perdona, tengo que irme —le dice. Y la deja allí observando cómo se marcha, totalmente atónita. 

Se va directo hacia la puerta, intentando seguir los pasos de Hazel, pero entonces ve a Estela que va directa hacia él, así que rápidamente se da la vuelta y desanda sus pasos. Pero, al comprobar que la azafata sigue en el mismo lugar, cambia su dirección hacia los baños. Se queda un momento escondido, vigilando los movimientos de Estela. Y, cuando observa que se pone a hablar con Tom, frunce el ceño. Ella parece estar llamándole la atención por algo, extendiendo su dedo índice hacia el pecho de Tom, mientras que él se encoge de hombros y estira un brazo hacia un lado, señalando el camino por el que se ha marchado Hazel. 

Al momento se acerca la azafata y Estela también parece increparle algo, haciendo gestos similares a los de antes. También la chica se encoge de hombros y extiende su brazo. 

A Jon esa escena le resulta algo sospechosa, aunque no tiene ganas ni tiempo de pararse a pensar en su significado. Quiere encontrar a Hazel antes de que se marche pues, aunque se alegra de que haya apartado a Tom cuando parecía que iba a besarla, es consciente de que ella también ha visto que la azafata estaba a punto de besarle a él, pero Hazel no ha podido comprobar que él también había esquivado de ese beso.

Va apartando a la gente con la que se topa mientras se dirige a la puerta, mirando a su alrededor por si Hazel todavía no se ha marchado. Pero, no la ve por ningún sitio así que supone que habrá salido a la calle. 

El portero lo detiene justo antes de salir:

—Perdone, ¿lleva la invitación?

—No, la lleva mi compañera. ¿También es necesaria para salir? —pregunta Jon extrañado.

—Si quiere volver a entrar, sí —le dice el portero, todavía extendiendo su brazo sobre el pecho de Jon.

—¿Acaba de salir una chica morena, alta, muy guapa...? 

—No.

—¿Está seguro?

—Soy el de seguridad. ¿Cómo no voy a estar seguro? 

Jon sonríe pero el gesto del hombretón de la puerta mantiene su gesto impasible.

—¿Se va a o se queda?

Jon se da la vuelta sin responder y entra de nuevo al local. Se pone a buscar a Hazel por todas partes, pero no la encuentra. Saca su teléfono móvil y la llama, pero no obtiene respuesta. Después de recorrer todo el lugar, vuelve de nuevo a la puerta.

—¿Ha salido una chica morena, alta...?

—¿Otra vez usted? No. No ha salido nadie. 

—¿Hay alguna otra puerta?

—Sí, en la sala dos, detrás del escenario.

—¡Gracias! —responde Jon y se marcha rápidamente.

—¡Pero por allí no puede salir nadie que no esté autorizado! —exclama el portero, aunque Jon ya no puede escucharle.

Va directamente a la sala dos y busca la puerta. Delante de ella  se encuentra un hombre trajeado, también con un pinganillo y una espalda tan ancha como la propia salida de emergencia.

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