Capítulo 10

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—¿Estás bien? —le pregunta Jon en cuanto entran en la habitación.

—Sí. Sé defenderme sola —responde Hazel mientras sigue andando hasta ponerse detrás de la cortina que separa la estancia.

—No lo dudaba —dice Jon, sentándose sobre su cama, mirando hacia la cortina —:Solo quería saber si estabas bien.

—Sí.

Hazel enciende la lámpara que hay sobre su mesita de noche y empieza a desvestirse. Desde su posición, Jon puede ver la sombra de su silueta a través de la cortina. Abre la boca para advertirle de esa circunstancia, pero se queda embobado mirándola, observando cada uno de sus movimientos, cada curva de su cuerpo y es incapaz de desviar su mirada.

Mientras va quitándose la ropa, Hazel empieza a hablar:

—¿Por qué no habláis claramente? ¿No es más fácil decir: hola, me gustas y me gustaría tener sexo contigo? Punto. Ya está. Es sexo. Solo sexo. 

—No siempre es solo sexo —interviene Jon.

—Pero no, eso es inmoral, políticamente incorrecto, claro. Hay que ser más sutil, hay que mentir, utilizar los sentimientos, recurrir al amor. ¡Si la mayoría no sabéis lo que es el amor! —Hazel se quita el sujetador y se inclina sobre la silla que hay junto a la cortina, para buscar una camiseta que hay en su bolsa.

—Yo sí sé lo que es el amor.

—Ya... —dice Hazel sin mucho convencimiento, mientras sigue revolviendo su ropa.

Jon se pone de pie y se acerca hasta la cortina, quedándose al otro lado, reprimiendo su tentación de descorrerla y rodear el cuerpo desnudo de Hazel, quien encuentra por fin la camiseta y la extiende delante de ella. Cuando va a ponérsela, la voz tan próxima de Jon hace que se quede inmóvil.

—Hola, me gustas, y me gustaría tener sexo contigo —dice Jon, extendiendo su mano hacia la cortina.

Hazel se acerca la camiseta a su cuerpo desnudo, sujetándola como si de un escudo se tratara, algo a lo que aferrarse para no apartar la cortina de un manotazo y lanzarse al cuerpo de Jon con un beso desesperado.

—En realidad, querría hacerte el amor. Estar haciéndote el amor toda la noche. Eso es lo que siento. Es lo que más deseo ahora mismo —continúa hablando Jon, con su brazo todavía extendido.

A poco más de un metro de distancia, solo les separa una simple cortina, la prudencia y el temor. 

—Voy a apartar la cortina, Hazel. Dime que tú no deseas lo mismo, y vuelvo a mi cama.

Hazel aprieta la camiseta contra su cuerpo con más fuerza. Ella también le desea y no encuentra valor para negarlo. Pero no quiere que pase nada entre ellos, no se lo puede permitir. 

—Somos compañeros, Jon. No va a pasar nada...

Se queda callada cuando Jon aparta la cortina y aparece ante ella.  

 —Renunciaré a mi trabajo —le dice Jon —:Si eso es lo que impide que estemos juntos, renuncio, me despido, lo dejo.

Se acerca lentamente y pone sus manos sobre los hombros desnudos de Hazel, quien se estremece con ese leve contacto. Cierra los ojos un instante y aprieta la camiseta contra su cuerpo. Mientras se debate entre los pensamientos contradictorios que la atormentan, Jon acerca su rostro un poco más y con el leve roce de sus labios, Hazel siente un electrizante chispazo que le hace apartarse rápidamente. Jon se queda mirándola, con una mezcla de extrañeza y ternura en su rostro, y Hazel le mantiene la mirada. 

—Lo siento, Jon. No puedo —dice Hazel dándose la vuelta y poniéndose rápidamente la camiseta.

—¿Por qué, Hazel? ¿Qué ocurre?

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