XXI | El Juego de Atena |

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| Música de Multimedia: Get UP - All Good Things |

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"La unidad es la variedad, y la variedad en la unidad es la ley suprema del universo".

Isaac Newton—.

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 Sebastián se alejó de la celebración con cautela y se acercó a la General, quien estaba de brazos cruzados, mientras Ray se materializaba a lado de su Huésped.

—¿Por qué nunca supe de la existencia exacta de tu Regalo Divino? —preguntó Guaichia molesta, al ver al androide—. Todos los reportes del décimo tercer equipo de Élite decían que sus Regalos Divinos no estaban terminados debido al accidente del Centro Tecnológico Espacial de la colonia Lübeck.

—Cuando ingresé a la unidad, Dovel nos hizo firmar un acuerdo de confidencialidad, mi General —respondió Mixcóatl, estirando la mano, llamando a su Espectro—. Él quería que nadie supiera de nuestra ventaja.

Montserrat frunció el ceño y levantó su mandíbula de forma despectiva. No le gustaba que le ocultaran secretos.

—De cualquier manera, esto debió pasar por mí —añadió la General con superioridad, estirando su mano, llamando al androide. Este no se movió—. ¿Por qué no viene tu...?

—Lo lamento, General —dijo Ray, manteniéndose en su lugar—. Solo hago las órdenes que Sebastián me haya dado, eso incluye ir con otras personas y ayudarlas. Como es el caso de los Dioses.

Montserrat apretó su mandíbula, lastimando sus dientes a causa de la rabia. ¿Cómo podía ser que...?

—Exijo que me digas quién te creó —ordenó Guaichia.

Sebastián suspiró y cerró su mano, haciendo desaparecer al androide.

—Fueron los Maestros Divinos...

—¿Maestros Divinos? —preguntó Montserrat, incrédula. Llevó su mano a la cabeza y comenzó a rascarse su frente. Mixcóatl asintió con seguridad, la General intentó buscar una excusa admisible, esa información era confidencial—. ¿Acaso quieres engañarme? Los Maestros Divinos no existen, son una invención mía para que simples ingenieros hagan su trabajo y nos den tecnología de vanguardia.

Mixcóatl cerró los ojos, recordando lo que Dovel le había dicho cuando ingresó. Nadie le creería si seguía hablando.

—No puedo decir más, mi General —dijo finalmente Sebastián, observándola directamente a los ojos—. No tengo más información, todo lo mantenía en secreto Dovel.

Dioses Decadentes: Leyenda I | *Corrigiendo* |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora