Capitulo 32

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Casa de León y Jill, al día siguiente

El agente Kennedy había dormido poco la noche anterior, mayormente se la pasó pensando que como contentar a su esposa, una gran variedad de ideas llegaron a su cabeza, pero ninguna le convenció, tomando eso en cuenta, León tendrá que improvisar.

Esa mañana, Jill preparó el desayuno como solía hacerlo todas las mañanas, El rubio sugirió ayudarla a preparar los alimentos, pero fue rotundamente negada aquella petición por ella, argumentando que no sabía lo que hacía.

Ese día León había prometido llevarlas al día de campo, nada sofisticado, había una pradera verde unos kilómetros adelante de dónde vivían, también había un lago, algo pequeño pero lo suficientemente atractivo para ella.

La mujer preparó los bocadillos y los colocó en una hielera, Nuevamente e igual que la vez anterior, León se ofreció a cargarla.

—¿Estás segura que puedes con eso?... ¿Si está muy pesada, puedo llevarla yo?—Su voz era amena y sutil, tanto que trataba de parecer lo más cariñoso posible.

—¿No necesito que me este cuidando todo el tiempo León, yo también puedo hacer las cosas sin necesidad de ser un hombre.

Ignorando el semblante sorprendido de su esposo, La mujer con algo más de esfuerzo físico, llevó la hielera hasta el auto, Sin duda alguna, estaba pesado, pero no le daría el lujo al hombre de verla necesitada.

Cuando salieron de camino al campo, León siempre estuvo a punto, es decir mantener una conversación con su mujer.

Ella respondía de forma cortada y dura al principio, incluso le ignoro el algunos comentarios.
Jill se hacía la difícil, no le agradó la idea de que su propio esposo no le tenga confianza, o peor aún, que le oculte cosas.

Su conversación continuo, y a mitad de camino, El rubio comenzó a tener una plática un poco más amena y relajada, Por minutos, Ella parecía olvidar su enojo hacia él, y se dejó llevar por las ocurrencias de León.

Esto siguió hasta que por fin llegaron al lugar, El hombre como lo hizo llegando al hospital, bajo primero para sacar la carreola.
En ese momento, Jill se quedó mirando como lo hacía, seguía en el auto y mantenía una mirada baja, muy reflexiva en todo caso.

“Eh... Sido muy dura con él estos últimos días, aunque, se sigue comportando como un inmaduro... Al menos, me alegra saber que intenta contentarme, eso es un bonito detalle.

Varias familias también habían coincidido en venir ese día, Jill saludo uno que otro conocido que veía, y al poco rato se dejó caer en suave césped que cubría hectáreas de campo

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Varias familias también habían coincidido en venir ese día, Jill saludo uno que otro conocido que veía, y al poco rato se dejó caer en suave césped que cubría hectáreas de campo.

León se acercó a ella, y dejando a la bebé en medio de los dos, dijo:

—¿Te gusta el lugar?

La mujer permanecía recostada, pero eso no fue impedimento para que sonriera a pulso.

—Si es bonito, bastante tranquilo... Justo lo que necesitaba—Al terminar de hablar, ella desvió su mirada hacia su esposo, y el hizo lo mismo, resultando en una colisión de miradas amenas que ninguno de los dos quiso esquivar.

La historia de Leon y Jill 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora