Capitulo 35

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Ese mismo día, Casa de León y Jill

Después de un día ajetreado, La castaña llegó casa fastidiada y algo cansada, ya era tarde, y la noche ya se había hecho presente en la ciudad.

Al entrar a su hogar, rápidamente sintió el olor de algo frito en la estufa.

“León debe estar haciendo la cena"

Fijó su vista al fondo de su sala, donde diviso a su hija jugando con su peluche de conejo y justo debajo, a caramelo.

Fijó su vista al fondo de su sala, donde diviso a su hija jugando con su peluche de conejo y justo debajo, a caramelo

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Al saber que todo estaba en orden con la bebé, caminó a la cocina para ver qué tanto hacía León ahí.

—Hola cielo, ¿Que tanto haces?

El rubio giró su cabeza para verla y enseguida, la regreso a su quehacer.

—Mm... Te vez cansada Jill.

“¿Jill?... El casi nunca me dice Jill"

Se acercó a él y enredó sus manos en el brazo de su esposo, acto seguido le beso tiernamente la mejilla izquierda.

—¿Algo nuevo sobre el tema Sherry?—Indico sin despegarse de su brazo.

El hombre negó tibiamente, mientras volteaba el filete de la sartén.

La mujer bajó su vista y antes de hacerse a un lado, le volvió a besar la mejilla pero está vez con una suave palmada en la espalda.

Antes de que se fuera de la cocina, León preguntó:

—¿Vas a querer a cenar, para así agregar otro trozo?

Pesé a que el agente era en ocasiones algo frío y mesurado, Con su esposa era diferente y su comportamiento siempre era muy atento, alegré y sarcástico, pero aquella palabra, pregunta para ser exactos, cautivo a Jill... Más porque su tono era tan neutral y frío, que le hizo sentir mal.

—Si... Me gustaría cenar.

Aquella oración fue la respuesta, y antes de que dijera algo más, El hombre dió vuelta para no seguir mostrando su estado tan delicado.

Jill se quedó en la orilla de la puerta de la cocina, mirándolo, observando su ancha espalda, admirando como su aletas dorsales, se movían al unísono de sus brazos al darle vuelta a la carne.

Después de negar levemente con su cabeza, se retiró del lugar con mil y un cosas en mente.

...

Casa de Ryan, esa misma noche

Los días estipulados no se habían cumplido aún, pero la mujer ya no tenía intención alguna de seguir comiendo de la mano de aquel sujeto, no más.

Contrario a lo que aseveró el hombre, Volvió a por Ada, para recibir placer.
Ella le recibió con las puertas abiertas, y aparentemente nada había cambiado.

La historia de Leon y Jill 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora