Capitulo 14

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Era sábado en la mañana, por consiguiente, el fin de semana estaba en su punto.

León salía temprano los sábados, específicamente al medio día... Cuestión que era bien aprovechada por la castaña que de forma habitual, (Los fines de semana), salía a pasear al parque y casi nunca estaba por la mañana en casa.

Junto con Dana y caramelo, salieron a disfrutar del inicio del día.

Un ligero sombrero para el sol, y la carreola junto a la correa de caramelo.
Pese a no estar exactamente con su esposo, en ese momento, La mujer podía disfrutas de su compañía.

Además, ese día era especial... Ella y León habían quedado en ir a cenar, y naturalmente podía buscar un lindo atuendo para la noche, ¿algo elegante quizás?... Fue lo que pensó.

El problema era que no tenía a nadie con quién dejar a Dana, Sherry sería la primera opción siempre, Claire no estaba en la ciudad y Barry... Un gran amigo de Jill, estaba disponible y difícilmente se negaría a no hacerlo, la cuestión era que estaba al otro lado del país.

León sugirió dejarla con Hunnigan, la mujer se había lastimado y permanecería en casa en los próximos días, además, de que es una muy buena amiga del rubio.
La idea no le pareció mal a Jill, después de todo Ingrid era alguien de confianza.

Paró unos minutos en un restaurante, aquel lugar tenía mesas afuera del establecimiento y la gente podía escoger si comer adentro o afuera.

Acomodó a la pequeña Dana a un lado de ella, y a caramelo la dejó sujeta a la carreola.
Sacó su teléfono y buscó el contacto de Hunnigan.

Pulsó su número y la llamada inicio.

Esperó impaciente que la morena respondiera, segundos más tarde lo hizo:

—¿Bueno?... —Contesto Hunnigan con una ligera sensación de sueño, en su voz.

—¡Ingrid!, Soy yo... Jill

—Oh... Jill, pero que sorpresa...—Rasco su cabello, mientras se acomodaba mejor en su cama—¿Pero como haz estado?

La castaña sonrió levemente, la morena resultaba una mujer muy agradable y amable, en ocasiones.

—Bien....muy bien, si así podría decirlo.

—Me da gusto oir eso,... ¿Pero a qué se debe tu llamada?

Hunnigan seguía confundida, eran las 8 de la mañana y su horario, de trabajo en casa, sería hasta las 11.

—Bueno... En realidad, quería saber sí...  ¿podrías cuidar de Dana por unas horas?—Aquella petición, fue acompañada de un semblante algo tibio por parte de la castaña.

En la otra línea, Hunnigan frunció su mirada y lo único que pasó por su mente, fue aquella palabra característica de ese hombre “Kennedy"

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En la otra línea, Hunnigan frunció su mirada y lo único que pasó por su mente, fue aquella palabra característica de ese hombre “Kennedy"

La historia de Leon y Jill 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora