Capitulo 52

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Esa día, en la noche

El ocaso del día había llegado hasta la casa de León, donde el hombre yacía sentado enfrente de su puerta esperando a que Jill llegase para recoger a su hija.

La tarde había sido un ida y venir a un sin fin de lugares alrededor de la ciudad.
Dana por supuesto que disfrutó estar en la compañía de su padre, aunque su mente no esté muy consciente de ello.

El agente la mimo y lleno de regalos el auto.
Sabía que el cumpleaños de su hija se acercaba, y obsequiarle unos cuantos regalos por adelantado no le harán mal.

No le importó aparentar ser un padre soltero, u hogareño, la simple idea que la gente pensara eso lo hubiera avergonzado tiempo atrás, pero no esta vez, León había madurado lo suficiente para sentirse orgulloso de ser padre, aunque sea soltero al fin de cuentas.

...

La noche era fría y el rubio cubrió con una gruesa cobija de dibujos animados a Dana, la bebé permanecía en los brazos de padre esperando a Jill.

Cuando por fin logro ver el auto de la castaña en la esquina de la calle, El agente alzó su vista y no pudo evitar dibujar una leve sonrisa en su rostro

Al salir del automóvil, La mujer se acomodo su sudadera y camino hasta donde yacía el hombre y la bebé.
El permanecía sentado en todo momento, esperando que ella le acompañara.

—¿Que tanto haces?—Pregunto Jill poniendose un par de guantes mientras se situaba justo enfrente.

Con un lento y sutil ademán, el respondió—Shhhh... Esta dormida, lleva así una media hora, al parecer le gusta estar en mis brazos.

Enseguida de escuchar aquellas palabras, Jill no pudo evitar sentir ternura por la escena, y por ese momento, olvidó completamente la discordia que hay entre ambos.

Enseguida de escuchar aquellas palabras, Jill no pudo evitar sentir ternura por la escena, y por ese momento, olvidó completamente la discordia que hay entre ambos

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Se movió un par de pasos al frente y se acomodo hasta quedar sentada a un lado de León.
Si bien había casi 30 centímetros que los separaba, eso era lo más cerca habían estado los dos durante ya un buen tiempo.

Después de acomodar su cabello y esperar a que el dijera algo, La castaña decidió romper el hielo que se había formado entré los dos.

—Veo que... Dana tendrá muchos obsequios de tu parte—Indico miraba las cajas y bolsas de papel que se situaban detrás de ambos.

La sostenida vista hacia el frente que hacía el agente, llamó la atención de Jill, que de inmediato intento averiguar que estaba pasando por su mente en ese momento.
A los pocos segundos de mirarlo, se percató que tenía la nariz roja por el frío que hacía, además que parecía tener un curita en su menton, seguramente por haberse afeitado mal esa mañana.

—Y... ¿Que tal el día?, Fueron a muchos lugares juntos, apuesto a que si—Exclamo ella de forma amigable.

Pocos segundos más tarde, León bajó levemente su cabeza y sonrió, aunque por sus facciones y su cara parcialmente entumida por el frío, no pudo decir mucho.

La historia de Leon y Jill 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora