Capitulo 44

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Todo había pasado tan repentinamente, que a la mujer le resultó tan desconcertante que podría jurar que se había resbalado.
Pero no fue así, León la había arrojado al suelo con suficiente fuerza, para que Jill se lastimara las rodillas y las palmas de la mano.

Se incorporó inmediatamente después de hacer un gran quejido de dolor, mientras veía a León negando con los ojos cerrados y con sus manos en su cabeza.

Se incorporó inmediatamente después de hacer un gran quejido de dolor, mientras veía a León negando con los ojos cerrados y con sus manos en su cabeza

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—León...—Murmuro mientras se ponía una camiseta.

Enseguida la mujer se acercó a su esposo en intento calmarlo, pero fue nuevamente empujado hacía atrás.

—¡No!...—La fuerte respiración del agente era tan grande, que se podía escuchar incluso afuera de la habitación.

Jill frunció su mirada y en un estado de ya de irá, Grito con todas fuerzas:

—¡Ya no lo soporto más!

Aquel grito sacudió a su esposo, que rápidamente alzó su vista a ella y con una mirada más que sorprendida, intento incorporarse, sin embargo, fue reprendido por la mujer que exclamó con angustia.

—Ya, no... Lo soporto más, ¿Quiero saber que está pasando? ¿Que ocurre?... ¡Quiero saberlo!

—Me haz evitado, me haz ignorado—Con una voz entre cortada, prosiguió—ya, ya no me tocas... Ya no hacemos nada juntos, ahora soy una desconocida totalmente para ti, y no se porque...

Jill incapaz de soportar más el momento, comenzó a llorar y gemir de la angustia que sin duda estaba sintiendo.

—Jill...—La tenue voz de León apenas se escucho en la habitación, pero fue claramente captada por ella.

—¿Dime?... ¿Que ocurre?, ¿Acaso ahora ya estás arrepentido de haberte casado conmigo, o quizás ya no sientes nada por mí?—De forma Instantánea, El agente se levantó de la cama y fue a tomar el rostro de Jill entre sus manos, a tiempo que decía:

—¡No!, No creas linda, Yo siempre te amado, jamás se me a pasado por la cabeza pensar en esas cosas—Replicando en sollozo de su mujer, continuo—No sabes lo mucho que me duele que digas esas palabras.

—¿Entonces que pasa?, ¿Quiero saberlo?... Ya no lo aguanto, ¿hay alguien más acaso?

Casi como si fuera una descarga eléctrica que recorriera todo su cuerpo, León quedó paralizado, su semblante ya afligido se vió aún peor de lo que ya estaba, retrocedió y despegó sus manos del destrozado rostro de su mujer.

Casi como si fuera una descarga eléctrica que recorriera todo su cuerpo, León quedó paralizado, su semblante ya afligido se vió aún peor de lo que ya estaba, retrocedió y despegó sus manos del destrozado rostro de su mujer

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La historia de Leon y Jill 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora