El primer hombre || Shura x Aioria

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Sinopsis: AU. Donde Shura es el soldado de invierno y Aioria, su misión.

Está vivo. O eso prefiere pensar. Lo que esos brillantes ojos verdes tratan de decirle, Aioria no lo entiende. Está vivo. Está seguro que acaba de ver su brazo moverse hacia su dirección. Está vivo, porque pestañea y tiene una luz que todo quien no esté muerto posee. Sí, cree que se le puede considerar vivo, pero a la vez no.

Se saca el sueño de encima frotándose los ojos, y estira su mano hacia la pequeña lámpara que descansa al lado de su cama. Bajo la luz amarilla, el extraño parece todavía más vivo.

Y el niño le sonríe.

—Hola.—El saludo sale ronco de su usualmente aguda voz. La pijama blanca le queda holgada, y los colores pálidos del cuarto resaltan al intruso. Pero Aioria, de sólo siete años, no nota eso, mientras mira al invasor como si no tuviera mejor compañero que aquel triste hombre de negro, en la triste mecedora al pie de su cama—. ¿Eres el hada de los dientes?

Silencio.

Pero al niño no parece importarle.

—Ayer Abu Shion me dijo que si me iba a dormir temprano, el hada vendría a llevarse mis dientes y me dejaría mucho dinero debajo de mi almohada. —Esta vez, cuando sonríe, el pequeño hueco en su boca es acariciado por la punta de su lengua. El hombre lo mira, y más silencio viene después. —Toma —dice, esta vez sacando los pequeños dientecitos. Se acerca hacia él, gateando. Tiene el cabello desordenado del sueño en el que ha estado metido. Uno en donde la tierra es llana y hermosa, pero él prefiere volar. El extraño ve como le extiende el encargo, y en sus ojos se asoma una luz. Una que invita a Aioria a que lo vea más de cerca. Su pequeña manito le deja los tres dientes en su palma. Inmediatamente, el niño le vuelve a sonreír—. Gracias por venir, hada. Afrodita dijo que eran puras mentiras lo que me contó Abu Shion, pero yo siempre creí en ti. Casi no pude dormir por la emoción de verte.

Los sonidos de la noche no se escuchan, pues las ventanas están cerradas. Hay estrellas pegadas en la pared, así como en el cielo. Aioria vuelve a su lado de la cama, de nuevo gateando.

—En serio me ha hecho muy feliz verte —susurra. La manera delicada de mover sus labios. Los dedos cortos aferrándose a la colcha amarilla. Era una noche inusual. Una noche extraña—. Se siente bien saber que no todo el tiempo estoy solo. ¿Tú también te sientes solo, hada?— Solo. Nunca había pensado en esa palabra antes. Solo. Hasta la manera en que la palabra rodaba por su lengua era raro. Solo. Solo. Solo—. Ahora podrías venir todos los días, ¡y jamás nos sentiríamos así de nuevo!

Silencio.

—Eres un poco más grande de lo que pensé, hada de los dientes.— Aioria murmura, mientras se acurruca en la cama. Con la mejilla contra la sábana fría. El hombre no dice nada—. Pero no importa, porque pude conocerte y ahora puedo comprarle a Aioros ese libro que tanto pedía, pero abu Dohko no le quería comprar. Hada, ¿tú también tienes hermanos? A veces pueden ser muy molestos. Y es feo que no puedas pegarles cuando te hacen algo. Aunque quiero mucho a Aioros, pero shhhh. Será nuestro secreto.— Su dedito se pone sobre sus labios. Bajo esa maldita luz amarilla, él es cada vez más una visión—. Oye, hada ¿puedes acercarte un poco, por favor? —Parece como si los sonidos de la noche empezaran a azotar la ventana. Las palmas del hombre se apoyan a cada lado de la mecedora. Se oye a la madera crujir bajo sus manos. No hay sonido en sus pisadas. Sólo la suave goma de las botas sobre el piso. La luz amarilla ahora sí lo toca. Lo alcanza. Lo envuelve—. Tendré que decirle a Aioros que eres más blanco de lo que creíamos. Y mucho más peludo. —Al ver la mano de Aioria alzarse, Shura toma su muñeca. Se sintió como si los segundos de repente se volvieran más pesados, más difíciles de dejarse atrás. El niño lo observa. Preguntándole con los ojos por qué lo detiene. Y en la mirada del hombre ocurre un curioso descubrimiento. Pareciera como si estuviera sintiendo sorpresa. Y cuando menos lo espera, sus dedos lentamente dejan ir la muñeca del pequeño. Finalmente, Aioria acaricia el lugar que ha querido tocar desde el principio : la mejilla del extraño—. Aunque eres igual de suave como te pensé.

Cuando el niño se separa de él, el soldado de invierno aún puede sentir el fantasma de sus dedos en su piel.

Es algo nuevo lo que causa esa clase de tacto. Algo nuevo que despierta lo que por mucho tiempo se había quedado dormido. Otra lo observa bajo la luz amarilla. Mientras en su lengua se quedaban las dudas que no supo que tenía. Mirándolo desde este ángulo, notó que Aioria conocía la respuesta a todas y cada una de ellas.

Sin embargo, se rompe el hechizo definitivamente. Y todo gira, gira, gira y gira y no para de girar. Vuelven a sonar en su cabeza lo que alguna vez se dijo en una pesadilla. Tiene que hacerlo. Sería bueno poder negarse. Pero ese el problema.

Él hacía todo lo que le pedían.

—Hada, creo que ya es hora de que vuelva a dormir. Mañana te vuelvo a ver, ¿no?— Shura no responde. Las palabras en su mente peleaban todas entre ellas, haciendo imposible siquiera hablar. Aunque ya no opone resistencia, y cuando mira la pequeña carita de Aioria, sabe que volverá a verla. Después de haber descubierto tantos secretos en una mirada, ¿cómo no intentar develarlos todos?—. Adiós, hada.

Y el soldado de invierno, por sentir esa sensación comer lentamente su garganta, pone la almohada encima de la cara del niño, y recién, sólo recién, jala el gatillo.

Esa cosa que trepa ahora, sobre todo él, lo deja rígido. Aún sentado sobre la cama.

No lo mira. No puede y no quiere. Las órdenes están cumplidas. Hoy día no le pegarán. Ni lo dejarán sin comer. Hoy día nadie le pondrá un arma en contra de su sien y la bala en su frente no ha llegado. Al verse en el reflejo de la ventana. Al encontrar su pálida mirada verde, el corto cabello negro, y eso que ahora sale de sus ojos y moja sus mejillas, siente como si finalmente se estuviera viendo. Como si conociera, quien es la persona, el humano, el ser que se levanta todas las mañanas. Y al encontrar tan sólo la cansada sombra de alguien que alguna vez soñó mucho, pero no sabe qué, se siente como el primer hombre en el mundo en darse cuenta que nada, nada, tiene sentido.

Y es contradictorio, porque debería sentirse bien saber que hoy día sí va a continuar vivo. Debería.

Los sonidos de la noche ya no se escuchan. Sólo está esto. Las palabras que lo obligaban. Ese sentimiento que comía su garganta para cumplir lo que pedían. Todo se ha desvanecido. Y ha dejado eso, que debería sentirse como alivio o absoluta indiferencia de la máquina hacia la víctima, pero no encuentra nada así en sí mismo.

Tal vez debería empezar a correr antes de que Hydra lo regrese por las malas.
Tal vez debería.

Al mirar por la ventana, sólo ve a una quieta estrella que aún sigue en el cielo.

Y finalmente, más silencio.


Hey! Este es un antiguo one shot que escribí hace un año para Bucky (bebecito :') pero no acabé publicándolo. Cómo algunos sabrán, me encanta hacer What If y AU así que imaginé a Shura como el soldado de invierno y a Aioria como una de sus víctimas. Ahora sí prometo que escribiré cosas más soft.

La próxima semana escribo los pedidos! Así que prepárense para un Seiya x Shiryu o un Poseidón x Hades. Lo que salga primero.

Si alguien conoce el nombre del artista del multimedia, déjemelo saber uwu

Nos leemos pronto!

Cambio y fuera

-Afinadora de versos

One shots de Saint SeiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora