Enséñame || Minos x Lune

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Sinopsis: Es una noche ruidosa en una ciudad con insomnio. Minos, somnoliento y honesto, piensa en su pasado, en sus miedos, en sus errores, pero sobre todo, en ese nuevo anhelo que es incapaz de negar por más tiempo.

Lune no hizo ruido.

Mantuvo a Minos en el filo de la tranquilidad y el suspenso. En una absoluta contradicción. La televisión del hotel estaba encendida. El reloj hablaba sobre el tiempo y sus artimañas. La ciudad dormía en remolinos. Aunque si era más preciso, diría que estaba en el borde del sueño y la consciencia. Los sonidos de la noche lo mecían: las voces en off de los presentadores de noticias, el rumor de los motores de los carros que se deslizaban por las avenidas mal asfaltadas, el chirrido repentino de las llantas, los alaridos lejanos de las sirenas y las bocinas llegaban a pesar de que las ventanas estaban cerradas. Hallaba a la Tierra ordinaria, grotesca y estúpida. Si el señor Hades no le hubiera ordenado encargarse del interrogatorio de los tres más fuertes santos de plata, no lo hubiera hecho. Por algún motivo había subordinados. Sin embargo, recordó cómo un grupo de aspirantes derrotaron a Zeros y a Mills sin usar cosmos. Con razón había sido elegido.

Fue una jornada ajetreada. Los recién capturados estaban en un sótano cerca de la costa de Montenegro. Se notaba que no eran cualquiera en la orden. A pesar de toda la tortura que los hicieron pasar, no hablaron. Había olvidado cómo eran las sesiones. Tanto el torturado como el torturador terminaban exhaustos. Cuando llegó al hotel, lo primero que hizo fue ver TV acostado en el sillón. Tal como lo recordaba, la Tierra continuaba siendo un circo. Extrañaba el Inframundo. El ritmo sosegado le asentaba mucho mejor que el rápido de los humanos. Siempre ocupados en la siguiente tarea. Atrapados en horarios. En la búsqueda de placer y diversión. A la caza de formas de evitar tanto la soledad como la muerte. Se seguía cuestionando por qué el señor Hades desearía un lugar así. El universo era tan vasto; la probabilidad de vida más allá de la galaxia, tan grande. Jamás lo hubiera admitido en voz alta, pero puede que, a pesar de su título de dios, el señor Hades era incapaz de deshacerse de su parte humana y aún consideraba ese planeta ridículo más digno de conquista que el resto del universo. 

Al principio, creyó que no podría dormir. Llevó consigo parte del trabajo para distraerse. Al final de cuentas, las almas nunca paraban de arribar a la Primera Prisión. No obstante terminó en el sofá, con los ojos cerrados mientras los pensamientos se derrumbaban cual torres, dando paso a la oscuridad de los sueños o fue así hasta que el mueble comenzó a hundirse.

La invasión de su territorio lo despertó. Estaba tan rígido que uno mismo se pondría tenso al mirarlo. Buscaba cazar hostilidades; la única que encontró fue las puntas del largo cabello blanco de Lune, haciéndole cosquillas en el brazo.

Parpadeó repetidas veces, queriendo cerciorarse de que no era víctima de una ilusión. Mas no percibió ningún cosmos ajeno o desafiante. Decir que estaba sorprendido sería un eufemismo. Por la posición tan distinguida de Lune, siempre lo conoció como un hombre de refinados modales y apropiada falta de emociones. Ambas cruciales para permitirle escalar hasta el puesto que ostentaba. No tenía afinidad por nadie ni era movido por pasiones violentas. Respetaba el espacio personal, imponía el suyo y no abandonaba las buenas costumbres hasta las últimas circunstancias. Le costaba creer que se había recostado en el mismo sillón que él.

Consideró carraspear para despertarlo. De seguro le haría notar su error cometido por el cansancio. Mientras regresaban al hotel, no paró de esconder bostezos o atraparlos en su pañuelo borgoña. Sin contar que tenía los ojos enrojecidos y caminaba más lento de lo usual. Frunció los labios. Gritar parecía una opción aceptable. Tal vez la más esperada, pero los segundos pasaron, invitándolo a hacer algo. No hizo nada.

One shots de Saint SeiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora