Florecer || Shaina x Marin

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                                                                           Sinopsis: Donde nunca existió el amor, existió un poema.

Marin cerró la puerta de la habitación, apenas haciendo un sonido. Comenzó a mover el pie y morderse el labio tan pronto tomó asiento en la hundida cama. Aquel cuaderno rojo y opaco en sus manos parecía jalarla hacia el piso. Tuvo que dejarlo de lado y pararse de nuevo, cerrando la cortina pues había mucha luz, pero luego abriéndola pues no veía nada. Al final suspiró, sabiéndose derrotada. Se conformó con dejarla entreabierta.

Al girarse encontró un desorden que necesitaba de ella: el libro de historia estaba a punto de caer del estante, las enciclopedias no se hallaban en el orden numérico correcto, los lentes descansaban fuera del estuche. Sólo cuando no pudo ver nada malo —por el momento— se permitió sentarse. Aunque los pies no paraban de picarle.

«Coraje, Marin» se dijo, como si hablara con una amiga que cambió radicalmente su vida y empezaba a dudar. «Tú puedes. Sólo necesitas algo de coraje»

Coraje.

Y la capacidad de admitir que podría hacer daño.

Tomó la libreta. Las páginas blancas cedieron fácilmente, como si la esperaran. Pensó que el cliché de las películas se repetiría y Shaina escribiría con su puño y letra. Pero había tipeado.

Acarició la portada por breves instantes para luego hacer lo mismo con la guarda. Al notar que algo había sido escrito, agudizó la vista.

Poco importa si se ama o si se es amado.

Poco importa si se sufre o se siente gozo.

Poco importa si significa algo o es en vano.

Amar, en el sentido más puro de la palabra, tiene que significar algo más.

Algo que todavía no entiendo.

Amar debe ser más que un yo. Amar debe ser un nosotros.

Volverse más que una semilla sin germinar.

Parar de ser tierra infértil.

Amar, verdaderamente amar.

Es florecer.

Cerró el cuaderno, arrojándolo hacia la cabecera.

El corazón se subió hasta la garganta y volvió a pararse. Los pies picaron más que antes. Sentía la boca seca. La lengua pesada. Suspiró. Otra vez recorrió el cuarto, lista para atrapar un desorden inexistente.

«Compórtate como una adulta, Marin» se reprochó, como si hablara con alguien que actuaba ridículamente ante algo que no lo merecía. «Debes hacerlo. Tienes que ser fuerte»

Se sentó.


Introducción.

Febrero 10

—Hola.

Sus pestañas se alzan. Por un segundo, cuando me mira, es como si me preguntara lo que estoy haciendo. Su sonrisa consiste en las comisuras de los labios delicadamente alzándose. Sin hoyuelos en las mejillas. Sus ojos son café. Y aunque no parecen entender lo que hago, dan la impresión de que sonríen.

One shots de Saint SeiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora