Después de darte la manzana, uniste mi mano con la tuya. Contraria a la idea general del enamoramiento, ninguna mariposa se rebeló en mi estómago. Ni las mejillas se me volvieron rojas de vergüenza. Ni el corazón fue víctima de una carrera tan rápida que no iba a ganar. Al contrario que todo conocimiento general, los síntomas del enamoramiento no me atacaron de esa forma.
En cambio, me invadió una calidez que pedía ser alargada, extendida hasta donde se le permitiera. Me invadió una sensación de anormalidad, de irrealidad. De repente, se me olvidó lo oscuro que puede ser el mundo. Lo macabro de sus juegos, lo irónico de sus vueltas. Nos deparaba tanto sufrimiento, tanta batalla sin sentido, tanta muerte injustificada, y cuando me tomaste de la mano en ese trayecto, no me pude tragar los suspiros.
Me dejé hacer. Me regalaste chistes a los que yo les di carcajadas. Me diste miradas a las que yo les di sonrisas. Me diste tiempo al que yo le di dedicación.
Te dejé en tu templo. La tarde ya caía. Queríamos seguir hablando, pero te esperaban adentro. Yo te sonreí y te dije que siempre podías pasar por Acuario más tarde. Me sonreíste, asintiendo, aunque en la parte de atrás de mi mente, algo me dijo que no vendrías. Sin embargo, eso no me importó. Te había tenido conmigo, al menos un instante, al menos un segundo. Y eso me bastaba. Era raro como todo yo se caía a pedazos contigo. Que los sentimientos estorban en las batallas. Que lo único permitido sentir era la devoción a nuestra diosa. Que el amor era para los tontos y los afortunados. Y ahí estabas tú, y ahí estaba yo. Sin saber cuál de los dos éramos.Me dejaste el más delicado de los besos en la mejilla. Y lo vi en la manera en la que me observaste, que aún seguías conmovido por el pequeño regalo que te hice. Me di la vuelta, listo para marcharme después de sentirme flaquear bajo tus ojos. Escuché cómo tu despedida la barría el viento. No volteé. De los dos, era yo el atravesado por esta sensación agridulce entre amor y tristeza al verte partir. Así que sólo caminé, imaginando con qué rostro me contemplarías al alejarme.
Guerras santas. Misiones en las que mi vida pendía. Enemigos peligrosos. A veces imposibles. Y yo estaba allí, preso de una sonrisa. En el camino hacia mi templo, no dejé de pensar que estuvimos tan cerca y por tanto tiempo que tu olor se me pegó.
A lo mejor tuviste razón todo este tiempo, Kardia.
La vida no era tan mala.
Pequeño regalo una semana más tarde de San Valentín xD. Dato innecesario. The Lost Canvas fue lo primero que consumí de la franquicia de Saint Seiya. Me enamoré del manga por completo y después vi el anime y decidí quedarme xD.
Pasando a cosas más importante, en el siguiente one shot encontrarán uno más grande y el de esta semana <3
ESTÁS LEYENDO
One shots de Saint Seiya
Fiksi Penggemar❝¿Y si Camus no hubiese muerto en las doce casas? ¿Y si Kanon hubiese detenido a Saga de suicidarse? ¿Y si Dohko hubiese matado a Shion para volverse Patriarca? ¿Y si alguna de nuestras OTP fueran canónicas? Como verán cuando empiecen a leer, nada e...