...Introducción...

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Trinidad, 2007

—Yo sé que sí le gustas —le dijo Luz Adriana a Silvia, que se mordía los labios mirándola con ojos grandes bebiéndose cada una de sus palabras—. Él te mira mucho, en clase el cuello le debe doler porque no mira hacia adelante sino a ti—. Eso le hizo reír.

—Exageras. Yo no he visto que me mire tanto.

—¡Te mira, te mira! —insistió Luz Adriana haciendo amplios ademanes con sus manos—. Deberías... ya sabes, mirarlo un poquito, sonreírle... para que el pobre entienda que a ti también te gusta, que, si no, ¡te vas a quedar para vestir santos!

Tanto Silvia como Luz Adriana no tenían más de trece años, así que aquello de quedarse a vestir santos era toda una exageración. Sin embargo, en Trinidad las jóvenes encontraban pareja a los quince, y a los dieciséis o diecisiete ya formaban un hogar. Tenían sus hijos muy jóvenes y dedicaban el resto de su vida a criarlos y a atender a su marido. Silvia sabía que ese era el orden de las cosas, aunque en casa todo ahora mismo estaba patas arriba.

Ana, su hermana mayor, tenía diecinueve años y no se había casado, y no parecía interesada en buscar marido, pero su madre sí lo había hecho justo como las demás, y tal vez era el destino, porque Raúl era guapísimo.

Tenía la misma edad que ella, estaban en el mismo salón de clases, y no es que le fuera demasiado bien como estudiante, pero llegar a octavo grado en este pueblo ya te daba estatus. Tal vez él quería graduarse, lo que lo hacía más apetecible todavía. Debía moverse rápido, porque sabía que muchas otras chicas estaban también interesadas en él.

Silvia suspiró y se sentó en la cama de Luz Adriana. Estaba en su casa desde hacía una hora. "Para hacer tareas", le había dicho a Ana, pero no habían tocado los cuadernos ni libros de texto para nada, sólo cotorreaban y cotorreaban.

—Él sí me gusta —sonrió Silvia para sí, mirando la habitación de su amiga de la infancia. Era de ladrillo desnudo, pero decorada con imágenes y cortinas que le quitaban lo feo y lo pobre. O esa era la intención—. Es... mejor que muchos chicos que conozco.

—Que conocemos —corrigió Luz—. Empezando porque está estudiando. He oído que ayuda mucho a su mamá en la casa, ya sabes, tiene hermanos menores.

—Y nunca lo he visto borracho.

—¡Eso es un puntazo a su favor!

—Y no es odioso con las demás chicas. He visto que es amable con todas.

—Amable, ¡pero no coqueto! —Silvia sonrió entusiasmándose cada vez más con el tema, y sacó al fin una de las libretas, pero no para dedicarse a hacer la tarea, sino para escribir algo en la última página.

"Lista del hombre perfecto", escribió, pasando por alto las fallas gramaticales.

—¿Cómo debe ser el hombre perfecto? —se preguntó, y pensó en Raúl.

—Bueno, debe ser bueno.

—Debe ser bueno —repitió Silvia y apuntó eso en su cuaderno—. Debe ser trabajador —siguió—, debe ser... —Se quedó en silencio por un momento. De alguna manera, el recuerdo de su padre borracho vino a ella como una ola de agua fría, y le oprimió el corazón—. No debe ser un borracho —escribió—. Debe amar a su familia por encima de todo, velar y cuidar de ella.

—Y debe ser un tipo divertido. No un aburrido.

—Divertido —escribió Silvia—. ¡Y nos estamos olvidando de lo más importante! ¡Debe ser fiel! No voy a soportar cuernos.

—¡Exacto! Y que se quiera casar, no uno de esos que anda de falda en falda, que, si no, estamos perdiendo el tiempo —las dos se echaron a reír, y Silvia, dándole toda la razón, escribió ese último requisito en su lista.

Raúl cumplía con la mayoría, por no decir todos. Era bueno, era guapo, no andaba de novia en novia, ni de fiesta en fiesta. Ayudaba en su casa, era trabajador... Y estaban prácticamente en el mismo barrio, en la misma escuela... era cuestión de tiempo para que se convirtiera en el padre de sus hijos. Era su hombre perfecto justo ahora.

No había nada en este mundo que le impidiera realizar este sueño.




N/A: Empezamos la nueva aventura!

De nuevo, y como siempre, gracias por iniciar conmigo este viaje que sé que será maravilloso. Las espero en cada entrega que será en el horario de siempre, cada tercer día.

Un beso y las amo!

Un beso y las amo!

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Tu ilusión (No. 5 Saga Tu Silencio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora