—Esta será tu habitación de ahora en adelante —habló Husn, apoyada contra la puerta de lo que, como muy bien me había recordado, sería mi hogar a partir de ahora.
Tras aquel hechizo que había realizado Häel sobre mi, Husn me había llevado por unos pasillos hasta llegar hasta donde nos encontrábamos en estos momentos.
—Espera... —empecé a decir al ver a la chica salir por la puerta—. Cuando mi hermano y yo llegamos a España, pude entender el italiano, un idioma que jamás he aprendido en mi vida.
No era como si ella fuera a saber la respuesta.
—¿Umm? —Husn por un momento pareció sorprendida, pero se recompuso rápidamente—. Bueno, cada criatura es distinta. Algunos demonios y ángeles caídos tienen habilidades que incluso algunos de su misma especie no pueden hacer.
—¿A qué te refieres? —La miré. Lo que te esperabas cuando te decían que algunos seres sobrenaturales tenían dones era que tuviesen algún superpoder como leer mentes o tener super fuerza, pero no que pudieras entender idiomas sin haberlos hablado con anterioridad—. ¿Me estás diciendo que en lugar de poder volar o mover objetos con la mente, hablo muchos idiomas?
—Eso mismo. —Husn me miraba con extrañeza. Estaba segura de que no me estaba contando la verdad.
—Un momento... —hablé, percatándome de algo muy importante—. No tengo ropa.
No me había dado cuenta hasta ahora.
Cuando me habían secuestrado, no tenía la maleta en mano, por lo que no tenía nada a no ser que me llevaran de compras, algo tan probable como que Häel entrase por la puerta con un cachorro de perro y lo adoptase. Husn acariciándolo con ternura.
—¿De qué te ríes? —preguntó Husn, observándome con confusión—. ¿No tener ropa te hace gracia?
Husn no esperó una respuesta, sino que sacó una lima de su pantalón y se puso a limarse las uñas, con delicadeza. Las tenía de un color negro, que contrastaba con su color de piel pálido.
—Te dejaré ropa —habló, levantando la mirada—. A no ser que prefieras ir sin ella, claro.
—No, gracias. —Observé la habitación. Entendía que era imposible escapar en presencia de la chica, pero debía de haber alguna forma de hacerlo. No pensaba estar en este lugar en contra de mi voluntad, dejando a Ethan y a mis padres atrás.
Las paredes eran de ladrillo medieval del que estaban hechos los castillos antiguos, y el suelo era del mismo tipo de material. Sin embargo, los muebles eran de lo más ordinario. La cama era como cualquier otra que te pudieras encontrar en hoteles y apartamentos normales, al igual que el armario y la mesa de escritorio que se encontraba junto a una estantería repleta de libros. Esto hacía que hubiera un contraste increíble entre el suelo y la pared, y los muebles.
—Vas a necesitarla, a no ser que prefieras ir todos los días con lo que llevas puesto —dijo Husn, encogiéndose de hombros.
—¿No podría volver a por mi maleta? —pregunté, cruzando los dedos por detrás de mi espalda, rezando porque dijese que sí, a pesar de que sabía que esa posibilidad era remota—. Si voy a estar aquí con vosotros, necesito despedirme antes de mi hermano. Por favor, es lo único que pido.
—Sabes que eso no es posible —susurró Husn, con una voz más suave que la que había usado con anterioridad, mirándome a los ojos—. L-Lo siento.
Parecía otra persona. Es cierto que no conocía a la chica— o más bien demonio—, pero podía ver que el comportamiento que mostraba ahora era muy distinto al que había mostrado hacía meros segundos. De la Husn impasible y fría tan solo quedaba su aspecto físico.
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LILITH
Fantasy¿Qué dirías si te dijera que todas las leyendas, mitos y cuentos son reales? ¿Que los demonios, arcángeles, ángeles caídos y ángeles son reales? Lilith Anderson es una adolescente de dieciséis años cuya vida es de lo más normal. Tiene una familia:...