Cuando abrí los ojos, me encontré con que me encontraba en un asiento de lo que parecía ser un transporte público, un autobús tal vez. Entonces me vinieron a la cabeza los sucesos de la noche pasada. El dolor que había sentido en todo el cuerpo, cómo había pedido ayuda a Ambrose como si fuese mi último recurso...
No podía creer que hubiera recurrido a su ayuda
Recordé cómo alguien había entrado en mi habitación llamando mi nombre; parecía la voz de mi hermano, aunque no podía estar segura. En esos instantes estaba perdiendo el conocimiento y, desde luego, mi primera preocupación no era saber quién entraba en mi cuarto.
Pero, ¿qué había pasado? Nunca antes había sentido tanto dolor. Nunca.
Ni siquiera cuando me caí del lomo de Trueno cuando tenía seis años, al subirme sin montura y sin ningún adulto que me supervisara. Recuerdo que, tras ver a mi hermano trotar a pelo, yo quise imitarlo. El resultado fue bastante desastroso. Me caí cuando Trueno se puso a galopar, ya que este aún era joven y no había sido domado del todo, por lo que me rompí el brazo y parte de la cadera. Pasé días en el hospital en rehabilitación. Sin embargo, según me dijo mi hermano años más tarde, tardé mucho menos de lo esperado en recuperarme.
Los médicos estaban asombrados. Siempre había sido bastante pequeña en altura para mi edad, y los huesos también los había tenido y seguía teniéndolos hoy en día bastante frágiles. Era por eso que se sorprendieron tanto.
— ¿Lith? —escuché la adormilada voz de mi hermano, haciéndome dar un respingo. No me había dado cuenta que Ethan estaba a mi lado.
Tras oír a mi hermano, dirigí la mirada hacia donde estaba este, recostado sobre el asiento, y vi la ventana sobre la que estaba apoyado. Era redonda. Las ventanas de los autobuses eran cuadradas que yo recordase. Eso solo significaba una cosa. Estábamos en un avión.
¿En qué momento habíamos tomado un avión?
¿Me lo había imaginado todo? ¿Era un sueño?
Justo cuando noté cómo las pulsaciones de mi corazón se aceleraban ligeramente, sentí una mano posarse sobre mi hombro.
—¿Estás bien? —me preguntó suavemente mi hermano, en un gesto reconfortante.
—¿Qué ha pasado? —suspiré, liberándome de su agarre de forma sutil, mientras miraba fijamente a los ojos aún adormecidos de Ethan, que se pasó una mano por el rostro, intentando despertarse del todo.
—En cuanto lleguemos al apartamento te contaré todo, pero aquí no podemos arriesgarnos a que nos escuchen —respondió Ethan misteriosamente.
Al observarlo pude ver cómo su aspecto parecía más cansado. Tenía bolsas debajo de sus ojos, su piel estaba más pálida de lo normal y su habitual sonrisa había desaparecido. No parecía el Ethan de hacía unas horas, pero tal vez fuese sólo cansancio. Últimamente estaba muy paranoica.
—Espera ¿Apartamento? Ethan...¿A dónde vamos? ¿y dónde están nuestros padres? —pregunté sin poder contenerme. Confiaba plenamente en mi hermano, pero necesitaba saber al menos hacia dónde nos dirigíamos.
—Lith, lo único que puedo decirte es que vamos a una pequeña ciudad llamada Almería. Allí nos alojaremos en un apartamento que he alquilado por un tiempo. Te doy mi palabra de que en cuanto lleguemos te explicaré todo aquello que desees saber, pero no ahora —dijo Ethan, con una expresión de culpa y tristeza que no pude evitar hacer otra cosa que asentir comprensivamente con una media sonrisa y apoyarme en su hombro mientras descansaba, esperando que fuera lo que fuese que preocupaba a mi hermano, se fuese.
El avión acababa de llegar a nuestro destino y nos encontrábamos esperando a recoger nuestras maletas de la cinta. Tras unos quince minutos esperando, al fin logré ver nuestro equipaje.
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LILITH
Fantasy¿Qué dirías si te dijera que todas las leyendas, mitos y cuentos son reales? ¿Que los demonios, arcángeles, ángeles caídos y ángeles son reales? Lilith Anderson es una adolescente de dieciséis años cuya vida es de lo más normal. Tiene una familia:...