Cada vez que rememoraba la conversación que había tenido con Ambrose, me sentía más confuso. Ambrose era confuso. Ya no sabía qué pensar acerca de él.
Por una parte, quería que nos dejase en paz a mi hermana y a mí, pero por otra parte, la estúpida supongo, deseaba tenerle cerca. Esa parte ingenua, la que me hizo en primer lugar confiar en Ambrose y enamorarme de él años atrás.
Sin embargo, nuestra relación estaba en el pasado, y así se mantendría. Por el bien mío, el de mi hermana, e incluso el de Ambrose. Debía dejar de vivir en el pasado. Tenía que pasar página y vivir el presente.
—¡Ya estoy en casa! —exclamé, dejando las llaves en el mueble de la entrada y dirigiéndome hacia mi habitación. Tenía que contactar con Isaac. Siempre me había apoyado, incluso en los peores momentos, y si bien hacía años que no hablábamos, sabía que él podría ayudarme, al igual que él sabía que yo lo ayudaría si alguna vez me necesitaba. Los humanos nos llamarían mejores amigos, pero había aprendido que una palabra no significaba nada. Lo que demostraba la lealtad eran las acciones, no simples palabras y promesas que podías incumplir en cualquier momento.
Cuando pasé por la habitación de mi hermana, me di cuenta de que esta no estaba en casa. Tal vez era demasiado sobreprotector con ella, pero no podía evitarlo, y más ahora que ella estaba realmente en peligro. Decidí entonces llamarla. Sin embargo, después de que me saltara el contestador, descubrí que Lith tenía el teléfono desconectado.
¿Y si le había pasado algo?
Cuando bajé al establo, vi con alivio que mi hermana se encontraba allí. Sin embargo, el alivio me duró poco al observar con quién estaba Lith.
—¡Lith! ¿Dónde estabas? Llevo un rato intentando conectar contigo, pero tenías el teléfono desconectado—exclamé, acercándome hacia ellos. No me gustaba que mi hermana estuviera con Ambrose. Conociéndole, seguro que intentaría ganarse su confianza, para luego traicionarla y destrozarla. No iba a permitirlo. No estando yo vivo.
—Lo siento, Eth. No me había dado cuenta de que mi móvil estaba sin batería —dijo mi hermana, comprobando el estado de su móvil. Sin embargo, yo me dediqué a mirar a Ambrose de manera desafiante.
—¿Quién es este? —pregunté de forma mordaz, fingiendo no conocerlo. Lith no podía saber de nuestro pasado, al menos, no todavía. Sin embargo, no pude evitar ruborizarme ante el diminutivo que usó Ambrose al referirse a mi. Eso era lo que siempre me llamaba, cuando aún estábamos juntos.
Todo el rato estuve observando el comportamiento tanto de Ambrose como el de mi hermana. Aunque quería creer que este intentaba ayudarla, no podía confiar en él. No después de todos estos años.
Fui consciente de cómo se miraban ambos, como si se estuvieran comunicando con la mente, como Ambrose solía hacer conmigo, sin necesidad de utilizar sus cuerdas vocales. Sin embargo, con Lith, que ella pudiese comunicarse con la mente era diferente. Yo podía hablar telepáticamente debido a que poseía algunos de los poderes que caracterizaban a los demonios, pero recuerdo que tardé bastante tiempo en poder dominar esa habilidad. Sin embargo, mi hermana apenas llevaba días, y ya la dominaba, según me había dicho Ambrose, y sin nadie que le ayudara y le explicara cómo.
— Esto...Eth... ¿Tienes alguna camiseta vieja que no vayas a utilizar esta semana? Ha habido un pequeño percance y le he tirado el batido encima a Carroll — habló de pronto mi hermana, sacándome de mis pensamientos. Estuve a punto de reírme al imaginar la escena, pero al ver la cara de Ambrose me aguanté.
Sin embargo, al dirigirme hacia nuestra casa, frené en seco al ver a la yegua Mustang. Sabía quién era, y si estaba aquí era por algo. Era el familiar de Lith. Muchas criaturas mágicas tenían un familiar con forma de animal. Un familiar se caracterizaba por ser aquel espíritu, en forma de animal, que se hacía responsable de guiar a una persona, de quien era leal, hasta su destino.
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LILITH
Fantasy¿Qué dirías si te dijera que todas las leyendas, mitos y cuentos son reales? ¿Que los demonios, arcángeles, ángeles caídos y ángeles son reales? Lilith Anderson es una adolescente de dieciséis años cuya vida es de lo más normal. Tiene una familia:...