Cuando abrí los ojos, me encontré desorientada. No sabía dónde estaba, ni qué había pasado.
De repente, una enfermera apareció en mi campo de visión, trayendo consigo varias medicinas y pastillas.
—¿Cómo te encuentras? Me llamo Sophie —dijo la enfermera, mientras llenaba un vaso de agua y me lo entregaba.
—Bien, aunque me duele un poco la cabeza —respondí, llevándome una mano hacia esta, donde empezaba a sentir un leve dolor, como si me estuvieran pinchando con pequeñas agujas.
—No me extraña. Con el golpe que te has dado me asombra que hayas recuperado la consciencia tan pronto. Tómate estas pastillas una vez al día durante esta semana. Te aliviará el dolor —dijo Sophie mientras me entregaba las pastillas y me daba otro vaso de agua.
—Gracias.
—Prométeme que te cuidarás. Ha sido un golpe fuerte, así que si notas algún mareo, por muy suave que sea, túmbate y descansa —me advirtió, mirándome con una expresión seria.
—No se preocupe, lo haré —respondí, dirigiéndome a la salida. Justo cuando Sophie estaba cerrando la puerta, recordé lo que me llevaba dando vueltas en la cabeza desde que desperté.
—¡Espere! —dije, entrando por la puerta antes de que esta se cerrase.
—¿Ocurre algo?¿Alguna otra molestia? —me preguntó la enfermera, dirigiéndose con rapidez hacia donde tenía las cajas de pastillas, buscando algún otro medicamento para darme.
—Eh..no, no. Nada de eso. ¿Quién me trajo hasta aquí?—pregunté rápidamente, haciendo que Sophie se detuviera y me mirara de arriba a abajo con una mueca extraña en el rostro.
—Un chico alto y moreno. Creo que se llamaba Ambrose.
—¿Te lo puedes creer? ¡No los han expulsado por lo que te hicieron! —exclamó Jane, furiosa, a la hora de la comida, al terminar de contarle lo ocurrido esta mañana.
—Si, bueno. Ya sabes que ellos siempre se salen con la suya. Además, que yo me cayera al suelo fue un accidente —dije con cansancio y resignación.
—Oye, ¿a ti qué te pasa? ¿Seguro que te encuentras bien? —me preguntó Jane entrecerrando los ojos mientras le daba un mordisco a una manzana.
—Si, solo estoy un poco cansada —dije evasivamente, con una sonrisa forzada.
—¡Ya sé! ¿Qué tal si vamos a la biblioteca, hacemos el trabajo de lengua y luego vamos a casa?—habló Jane, tan entusiasmadamente que acabó por contagiarme su emoción.
—¿A qué casa? —pregunté con una sonrisa pícara, aún sabiendo la respuesta.
—A la mía obviamente. Tenemos un montón de cosas que hacer —dijo Jane, antes de levantarse e ir a tirar el hueso de la manzana que acababa de comerse a la basura más cercana.
—De acuerdo —respondí, poniendo los ojos en blanco con una pequeña sonrisa.
—Uff, ¿todas esas pastillas te tienes que tragar? —preguntó Jane, horrorizada al verme sacar las pastillas que me había recetado la enfermera.
—Solo es una, para la cabeza. —Me reí mientras ponía la pastilla en la mesa y preparaba un vaso con agua.
—Si tú lo dices... —habló Jane, con una expresión de horror en el rostro, observándome tomar la pastilla que me acababa de recetar la enfermera.
ESTÁS LEYENDO
LILITH
Fantasy¿Qué dirías si te dijera que todas las leyendas, mitos y cuentos son reales? ¿Que los demonios, arcángeles, ángeles caídos y ángeles son reales? Lilith Anderson es una adolescente de dieciséis años cuya vida es de lo más normal. Tiene una familia:...