Capítulo Once

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—¿Qué? —hablé, con la boca abierta del asombro, mientras la observaba de arriba a abajo.

—Normalmente, cuando alguien se presenta, es de buena educación hacerlo tú también —dijo la chica con una sonrisa divertida, acercándose hacia donde yo me encontraba.

—Soy Lith —me presenté, sintiendo cómo mis mejillas se sonrojaban.

—Así que tú eres la famosa Lilith —habló esta, mientras se alejaba un poco, volviendo a su posición inicial—. Curioso nombre, ¿no crees?

—Es Lith —dije bruscamente, levantándome de la banqueta del piano y posicionándome en frente de Marlene, haciendo que esta levantara la ceja izquierda.

—No me gusta mi nombre completo —aclaré, mordiéndome nerviosamente el labio mientras bajaba la mirada hacia el suelo—. Ya sabes, la leyenda.

—La legendaria Lilith. Era hermosa —suspiró Marlene, observándome.

—¿Cómo puedes decir eso?¿Sabes siquiera la historia de Lilith? —pregunté, levantando la mirada de golpe, indignada por lo que estaba insinuando la chica.

—¿Sabes? No todo es blanco o negro. Hay tonalidades intermedias, como el gris o el beige —respondió esta.

—Deja de hablar de colores y dime qué haces aquí realmente —respondí de forma mordaz, negando con la cabeza mientras me alejaba de ella, observando la ventana, desde donde se podía observar el mar.

—Te lo acabo de decir. Mi nombre es Marlene.

—Si, y vives aquí. Ya me he enterado. Mi hermano y yo hemos alquilado este piso por un tiempo —afirmé, exasperada, girándome hacia ella. Marlene levantó ambas cejas, tan rubias como su cabello, observándome con una mirada divertida.

—Lith, en cinco minutos salimos. Iremos a un sitio a comer y después compraremos —dijo mi hermano, entrando a la habitación, sin darse cuenta de que no estábamos solos en la casa.

—¡Ethan! Qué sorpresa. No te esperaba aquí —habló Marlene, observando a mi hermano, que se había quedado helado en el piso. Su piel había empalidecido también.

—¡Tú! —exclamó este en cuanto recuperó el habla, encaminándose hacia donde la chica rubia se encontraba y abrazándola, para mi sorpresa—. ¿Se puede saber qué haces aquí?

¿Se conocían?

—Es una larga historia. Michael me dijo que os hospedaríais aquí —suspiró Marlene, sentándose en la banqueta del piano.

—Espera...¿Michael es...?

—Claro —respondió Marlene sin inmutarse, mientras pasaba distraídamente su mano por el piano—. ¿Enserio no lo adivinaste?

¿De qué hablaban?

—¿Os conocéis? —les interrumpí, haciendo que los dos se giraran hacia mí. Era obvio que se habían olvidado que me encontraba con ellos.

—Lith, esta es...

—Ya se ha presentado.¿Se puede saber qué hace ella en nuestro apartamento, Ethan? No recuerdo que hubieses mencionado que tendríamos que compartir piso con otra persona.

Sabía perfectamente que me estaba comportando de una forma para nada educada, pero no pude evitarlo. Habían pasado demasiadas cosas en los últimos días y esta era la oportunidad perfecta para soltarlo todo. En el fondo sabía que la chica no tenía la culpa, y posiblemente pensara que me estaba comportando como una niña pequeña.

Siempre había llevado una vida normal, en la que tenía todo bajo control. No saber lo que estaba pasando me estaba afectando más de lo que llegué a imaginar.

LILITHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora