Capítulo 24

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A pasado una hora desde que estoy aquí. El imbécil de el mesero se ha pasado toda la noche bailando con la idiota de Raquel. Y aveces me mira y sonríe ¿Porqué sonríe? Imbécil.

Busqué a Tom con la mirada, había mucha gente y no lo veía por ningún lado. Cuando al fin lo encontré, estaba sentado con tres mujeres a su lado. Definitivamente son todos iguales. Luego de unos minutos el giró su cabeza y su mirada chocó con la mía. Le di una mirada asesina. El solo sonrió y se dirigió hacia mi. ¿Porqué todos se ríen? ¿Tengo un mono en la cara o qué?

-¿Estás bien?- dijo Tom al acercarse.

-Sí, estoy genial. Mi hermanastra a la cual odio está aquí con el mesero y naco de Fabián. No sé donde rayos está mi mejor amigo y luego, la persona que está acompañandome en esta fiesta me abandona por unas putas de discoteca. Así que todo está perfecto.- sonreí haciendo que todos mis dientes se vieran.

Tom rió a carcajadas. Casi no tenía aire. Verdaderamente es un idiota.

-¿De qué te ríes idiota?- pregunté dándole un codazo.

-Auch eso dolió.- dijo AÚN riéndose.

-Dime idiota, ¿Qué es tan gracioso?

-Es que eres tan sarcástica que me sorprendes.-

-Bravo por ti.- aplaudi. -Oye, ¿Aún tienes las pastillas que me mostraste hace un rato?

Tom me miró fijamente y su risa se esfumó.

-¿Enserio quieres probar? Esto no es ningún juego Irina.- dijo serio.

-Lo sé idiota. ¿Me vas a dar o no?-

Tom asintió, miró hacia todos lados y me mostró las pastillas. Sé que está mal, pero quiero sentirme bien ésta noche. Vine aquí para pasarla bien ¿No? Tomé las pastillas y me las tragué. Tenían un sabor extraño. Poco a poco sentí mi cuerpo liviano, solo quería reír y reír. Tom me acompañó y se tomó unas pastillas también. Bailamos al son de la música, sentía muchas manos al rededor de mi.

Escuché una voz:

-Irinita ¿Qué pasa? No recuerdas lo bien que la pasabamos?

Otra voz:

-Ven muñequita, solo es un juego.

Sentí que me golpeaban y me amarraban.

-Sueltenme, ustedes deberían estar en la cárcel.- dije llorando.

-Pero salimos por ti querida.- dijo y me besó.

Luego de eso solo escuché que gritaban mí nombre. Y todo se puso negro.

***********************

Me levanté poco a poco. Veía todo blanco. Las paredes blancas, hacía mucho frío. No sabía donde estaba.

-Ya estás despertando. ¿Te sientes mejor querida?- escuché a una mujer. Cuando logré ver, noté que era una enfermera. Era una señora con cabello blanco y una gran sonrisa.

-¿Qué hago aquí? ¿Qué me pasó?- dije poco a poco. Me senté como pude, me sentía algo mareada.

-Bueno querida, encontramos en tú estómago unas drogas en forma de pastillas. Como fue tú primera vez al consumir esa porquería tu cuerpo no lo aguantó y te desmayastes. Sino llega a ser por tú novio que te trajo a tiempo, estuvieras casi muerta ahora mismo.- sonrió.

¿Novio? ¿Qué novio? Miré al lado de mí camilla y vi al mesero acostado en un sofá. Estaba tipo bebé acorrucado en sus piernas. Sus mejillas estaban muy rojas, creo que era a causa del frío. La enfermera se marchó y me dejó allí. Dijo que iba a buscar unos papeles para verificar si me daban de alta.

Todo fue tan raro. Vi que Fabián se estaba levantando y me hice la dormida. Escuché unos pasos, me imagino que se acerca a mi.

-Te vez tan frágil.- dijo y acarició mi cabello. No quería que esto llegara más lejos y me moví para que se diera cuenta que me estaba despertando. Sentí que sacó su mano rápidamente.

-¿Qué pasó? ¿Qué hago aquí contigo a mi lado?-pregunté.

-Tomaste unas porquerías y tú cuerpo no las aceptó. El idiota de tu amigo estaba tan drogado que no se dio cuenta de como estabas. Así que yo mismo te traje hasta aquí.- dijo.

-¿Y porqué? ¿Dejaste a tu cita por mí? No debistes hacerlo.- dejé de mirarlo.

-Deja el orgullo Irina. Deberías agradecerme por salvarte.- dijo mirándome tratando de mirarme a los ojos.

-Y ¿Porqué debería agradecerle a mi peor enemigo?- contesté.

-¿Peor enemigo?- dijo confuso.

-Sí, eso eres. Deberías alejarte de mi, de mi vida. Solo apareces por todas partes. Eso me hace enojar.

-¿Estás segura qué quieres que me aleje de ti?- dijo y en sus ojos se veía un brillo que jamás había visto.

Tragué duro. No sabía que rayos estaba saliendo de mi boca.

-Sí, quiero que desaparezcas de mi vida.- contesté. Por Dios no quería decir eso.

-Bueno, como quieras.- bajó su cabeza y salió de la habitación.

¿Qué acabo de hacer?

También existen chicas malas |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora