Capítulo 51

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Me puse un traje corto. Era muy sencillo pero bonito, un jacket casual para acompañar el traje, algunos accesorios y cartera. Me maquillé lijeramente, me puse delineador para sobresaltar mis ojos azules verdosos. Me unté mi labial rosa, algo de perfume y listo.

No me veía la chica exagerada pero tampoco me veía mal. Estaba en un lugar neutro. Bajé las escaleras y allí estaba mi padre, como siempre leyendo el periódico. Los días que estuve en New York, lo extrañé muchísimo. Mi padre a sido mi súper héroe desde que tengo memoria. Fui cautelosamante hacia él y lo asusté. Se asustó tanto que tiró el periódico al suelo.

-Niña ¿Me quieres matar del corazón?- dijo tocando su pecho.

-Papito que dramático eres - sonreí. -¿Dónde está Sara?-

-Fue a comprar algunas cosas para llevárselas a Raquel. Raquel está furiosa, dice que la culpa de todo la tienes tú y su madre. No sé si algún día vuelva a ser la niña tranquila de antes.- sonrió de lado.

Juro que me sentí mal. Quizás Raquel no es la mejor persona del mundo, pero e vivido con ella por casi 5 largos años y creo que aprendí a quererla. Al menos un poco.

-¿Oye y para dónde vas?- dijo sacandome de mis pensamientos.

-Papá, iré a cenar con Fabián. Iremos a celebrar su nuevo trabajo.- sonreí.

Él me miró y luego se levantó de su asiento.

-Me encanta verte feliz. Hace mucho no te veía así.- dijo.

-Papá no mientas, siempre he sido feliz. Cuando salía con Esteban o con otros amigos sonreía.- mostré todos mis dientes.

-Lo sé, pero sonreías por cosas malas. Sonreías por ser una chica mala o solo porque veías a otras personas sonreír. Ahora sonríes porque sale de tu corazón.- dijo y me abrazó.

Siempre lo he dicho, mi padre es el mejor.

En ese instante sonó el timbre de mi casa. Sabía que era Fabián y no tardé en abrir. Cuando abrí la puerta estaba Fabián parado mirando a la nada con un ramo de rosas.

-Hola hermosa.- sonrió.

Me tiré hacia su cuerpo y lo abracé fuertemente. El respondió mi abrazo, y yo solo me quedé aspirando su aroma. Es ciero lo que dicen "Las mujeres se vuelven locas con el perfume de un hombre".

-Hermosa, también te extrañé.- rió.

Me alejé de el dándome cuenta de que me quedé pegada a su cuerpo.

-Lo siento es que me encanta tu aroma.- sonreí tiernamente.

**

Estábamos en el auto de Fabián. Sí, se compró un auto. Estoy muy feliz por él. Está ahorrando dinero para comprarle una casa a su madre. Es tan hermoso.

Luego de varios minutos en el auto, cantando a todo pulmón canciones de Justin Bieber (Fabián quería matarme) llegamos al restaurante. No era ni muy grande, ni muy pequeño. Era bastante espacioso y hermoso, con muchas luces en su alrededor y personas mayores. Me sentí como una niña pequeña.

Entramos y Fabián me ayudó a sentarme en una silla que uno de los meseros había señalado. Todo era muy elegante y me gustaba.

-Bueno hermosa, pide lo que quieras.- dijo Fabián con una sonrisa.

¿Lo que quiera? Jum, esto será interesante ya que como más que una vaca.

Pasaron las horas. Comíamos y bebimos vino. Cada minuto nos reíamos más y más. Parecíamos unos adolescentes acabados de conocer. Siento que cada segundo me enamoro más de Fabián. Con esos hermosos ojos azules y esa sonrisa que me mata.

**

-¿Estás segura?- dijo algo nervioso.

-Sí, muy segura. Quiero que lo metas, pero suave porque no sé si dolerá.- dije nerviosa.

-Claro que no dolerá tonta, ya lo has hecho ¿Y te dolió?- se quedó serio.

-No me recuerdo de eso tonto. Anda metelo pero con fuerza.- grité.

Fabián metió la pantalla en la parte de arriba de mi oreja y grité como loca. Me tiré al piso y comencé a llorar.

¡Iba a meter la pantalla en mi oreja mal pensadas!

-Irina, l-lo sien-to, es que tú me dijistes q-que lo hiciera fuerte.- dijo abrazandome.

Juro que lo mataría en ese momento por el dolor tan horrible que me ocasionó. Sino fuera porque yo fui la que lo mandé, estaría muerto en este momento.

Luego de varios minutos, el dolor fue disminuyendo. Me tiré encima del cuerpo de Fabián y comencé a morderlo.

-¿Qué te pasa? ¿Te crees perra o algo así?- dijo.

Lo fulminé con la mirada y corrí hasta mi habitación. Estaba molesta con él, muy, muy molesta.

Cuando me acosté en mi cama sentí el cuerpo de Fabián encima de mí.

-¿Y tú que piensas? ¿Qué puedes alejarte de mí muy fácilmente?- preguntó encima de mi.

Asentí.

Tomó mis muñecas con fuerza y las puso encima de mi cabeza. Comenzó a besarme ferozmente, jamás me había besado de la manera en que lo está haciendo, pero me gusta. Traté de que soltara mis muñecas, pero se me hizo muy difícil porque era más fuerte que yo. En ese instante se separó de mis labios y me susurró al oído un "no te muevas".

Se levantó y cerró la puerta de mi habitación. Abrió una cajita encima de una mesita en mi cuarto, y sacó cinta adhesiva. Se volvió a trepar encima de mí y la colocó en mis muñecas con fuerza y las juntó.

-¿Qué carajos haces Fabián?- pregunté molesta.

-Hoy seré yo quien decida lo que pasará ésta noche. Tú solo me obedecerás.- dijo sonriente.

¿Y a éste qué le picó? Creo que se cree muy macho.

-Mira idiota, ¿Te crees Christian Grey o qué? Sueltame porque grito.- dije molesta. Sinceramente no me gusta que me amarren o me obliguen a algo, es muy frustrante.

Fabián me miró por unos segundos y rió divertido. Me soltó y sobé mis muñecas, me dolían. Sin decir nada, Fabián volvió hacia mi diminuto cuerpo y comenzó a quitarme la ropa. Sonreí. Luego de dejarme completamente desnuda, me tiró a la cama y comenzó a lamer mi feminidad. Apreté su cabello fuertemente y comencé a gemir. Siempre lo e dicho, éste hombre me vuelve loca.

Luego de examinar toda mi parte con su lengua, bajó sus pantalones y metió su miembro en mí. Comenzó a moverse rápidamente y cuando estaba a punto de correrme, escuché que tocaban la puerta de mi habitación.

MIERDA.

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Aquí otro cap! Espero que les guste...

Muchas gracias por todo su apoyo ❤
Luego de terminar ésta novela, comenzaré otra. Ya tengo el nombre y la portada.

Las amo ❤
Voten y comenten!

La ropa que usó Irina en multimedia.

Besos ❤ ❤

También existen chicas malas |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora