27

1.4K 123 108
                                    

maratón 2/2

—¿Y...qué pasó?.— preguntó Mauro a Gonzalo alzando una ceja, dándole tiempo para que responda

Correctamente.

—Lo que vos estás pensando, no— intentó mentirle, pero Mauro lo conocía muy bien—, fue ella, no yo.

—Bueno pero ¿y... qué tal?. O sea, ¿pudiste hacerlo?.

—Si.— susurró

Pudo llevarse a la cama a otra mujer que no fuera Katia. Pudo tocarla y no pensar en ella. Pudo disfrutar a una mujer diferente.

—Pero me dio miedo.— confesó— Solo he estado con Katia, vos sabes que yo... bueno eso, y sentí miedo de ser torpe con Mara, hacer algo mal, no era su primera vez de ella.

—Pues si, te entiendo. Pudo ser complicado.— Mauro suspiró— Pero lo bueno es que pudiste y que por fin te olvidaste de...

—No— lo interrumpió—, eso si, no. No me he olvidado de ella, y nunca; jamás lo haré.

Mauro asintió dándose por vencido. Alzó los hombros y miró a su amigo. Hoy se cumplía un mes y medio desde que Katia se había ido; y Gonzalo aún le lloraba a la Luna, pidiendo verla otra vez. Preguntándole al cielo donde demonios estaba.

Había estado con Mara una vez, pero últimamente ella lo buscaba mucho, y Gonzalo ahí estaba con ella, por que no quería hacerle sentir que solo la había  querido para una noche; Mara era buena, linda y sensible. Por eso Gonzalo la ve cuando ella se lo pide, o la recibe en su casa y duermen juntos por las noches, abrazados, y solo así aveces... Gonzalo se olvida de Katia.

Pero no por completo, Katia se había llevado un trozito de su corazón. Y vivía en su mente cada segundo, minuto y hora. Vivía en él, era un recuerdo vivo de su felicidad.

Mientras tanto, Antonella tenía unas enormes de decirle a Katia lo que había visto cuando la llamó hace unas semanas. Quería decirle que Gonzalo ya estaba con alguien más, pero no tuvo el coraje; sabía que contarle que Penélope era la ex de Gonzalo había sido un poco duro para ella. Así que decidió quedarse callada y no decirle nada, pero no resistió y a los pocos días la telefoneó para contarle...

🌙

Katia condució en el coche de Michele hasta el instituto donde el francés estaba estudiando una carrera. Katia se estaba quedando con Michele en su casa, en París. No junto a su madre; la cual conoció cuando llegó y le pareció la mujer más dulce, ella casi no hablaba español, pero se esforzaba para poder hablar con Katia de vez en cuando.

Pero en si, Michele y ella no vivían juntos, Michele tenía una casa pequeña pero muy linda, era de él. Así que le ofreció a Katia quedarse ahí, y él estaba viviendo con su madre como siempre; nunca la dejaría sola.

Katia llegó al instituto y sintió nervios: hoy le prometió al francés recogerlo después de clases. Quería entrar y buscarlo, y también por que quería ver que tanta diferencia había entre un colegio en su país y un colegio en París.
Cuando entró no había casi nadie afuera de clases.

Vio a algunos alumnos en el patio y se sorprendió. Todos los chicos del instituto eran guapos y rubios como Michele. De ojos color miel, verdes, azules... y su uniforme era muy atractivo. Los hombres tenían que vestir de corbata, camisa y el saco del colegio. Pantalones de vestir y zapatos de vestir también.

Las mujeres, polleras cuadradas, corbata, camisa y de la misma forma; un saco.

Tomó su celular para mandarle un mensaje al francés diciéndole que ya se encontraba adentro del instituto y que se apurara por que se le quedaban viendo raro y le daba pena.

luna - bizarrap Donde viven las historias. Descúbrelo ahora