20

2.5K 177 75
                                    

maratón 1/2

—Y vierte le leche despa...— Gonzalo miró a Katia, y se interrumpió al verla echar la leche de golpe—...cio.

—Oh, mierda— dijo Katia riéndose, los tics habían vuelto, y por eso había hecho ese accidente—, ¿crees que algo salga mal?.

—Mmm, no, no creo.— dijo Gonzalo alzándose de hombros, se encontraban cocinando galletas

—¿Seguro?.

—No.— respondió riéndose y Katia lo miró mal

—¡Gonza!.— se quejó haciendo puchero y Gonzalo asintió

—Ya voy, ya voy.— el castaño entró a la página donde estaba la receta, y leyó la parte donde tenía que poner la leche por intervalos— Pues exactamente no dice nada sobre eso, no creo que haya problema.

—Me van a salir feas.— terció un puchero y Gonzalo negó dándole un beso en la cabeza

—Todo haces bien, unas galletitas no te van a impedir ese legado.— la animó y Katia sonrió

Después de que la masa estuvo lista, Katia se llenó las manos de harina. Sin querer dió unos aplausos causando la risa de Gonzalo... ella lo miró y sin pensarlo le llenó la cara de harina.

—¡Oye!.— se quejó el chico cerrando los ojos y Katia carcajeó dejándole un beso en los labios

Gonzalo la tomó por la cintura antes de que pudiera escapar y le hizo la misma maldad. Después la besó en los labios, tomándola por las muñecas; pasaba que gracias a los tics, Katia solía pegarle (no intencionalmente), cuando la besaba. Y no solo la tomaba por las muñecas cuando la besaba. También cuando le hacía el amor.

Pero era solo por un momento, después Katia debido a lo placentero que era, dejaba las tensiones de lado, y los tics se iban por minutos, incluso horas.

Jamás pensó que necesitaría del sexo para liberar su tensión, y los tics.

Después de un par de besos más, se dedicaron a darle forma a las galletitas, grandes o pequeñas, no importaba. Se las iban a compartir a sus amigos, para ser precisos a Antonella y Mauro, quienes estarían por llegar en una hora. Katia miró con el ceño fruncido a Gonzalo cuando lo vio hacer una forma de...¿pija?.

—¿Que es eso?.— preguntó Katia y Gonzalo sonrió

—Una pija, para Mauro.— respondió sonriendo mostrando su obra de arte y Katia rodó los ojos. Pero lo dejó hacer sus tonterías.

Después las metieron al horno y tenían que esperar cuarenta y cinco minutos para que se cocinaran, hasta que tomaran un color dorado. Katia se dedicó —intentando no hacer mucho desastre—, a limpiar la cocina, que estaba envuelta en harina. La chica se sobresaltó al sentir unas manos frías en su cintura y sonrió, sabiendo a la perfección quien la estaba tocando.

—Cuarenta y cinco minutos, y van cinco. O sea que quedan cuarenta, ¿que se puede hacer en cuarenta minutos?.— cuestionó su novio en su oído y Katia sonrió mordiéndose el labio

—Muchas cosas, pero no lo que estás pensando.— advirtió Katia y Gonzalo sonrió ladino

—¿Segura?.— susurró provocándola, le besó los hombros desnudos, bajando los tirantes de su remera

Le acarició el estómago con sus manos frías y después los besos fueron al cuello. Katia pegó un salto y cerró los ojos con fuerza, le daba vergüenza hacer alguna estupidez cuando Gonzalo se ponía tierno. Pero su cuerpo reaccionaba mal al contacto de Gonzalo, —y no por que ella quisiera—.

Al contrario, a ella le encantaba sentirlo, acariciando su piel, o besándola, le gustaba. La tomó fuerte haciendo que empiecen a caminar hacia el sillón, donde Katia se acostó boca arriba. Gonzalo sonrió de lado a lado y se posicionó sobre ella, y como cada vez que lo hacían, lo primero que hizo fue agarrarle las muñecas poniéndolas a la altura de la cabeza de Katia. Le bajó los tirantes de la remera con los dientes, dejando a la vista su corpiño blanco.

Katia no era una mujer bien dotada, tenía el pecho algo plano, al igual que el culo. Pero a Gonzalo era lo menos que le importaba, no se había fijado en eso, y aunque fuera así, le encantaba cada parte de su cuerpo. Le encantaban sus senos y su culo por igual, para él; ella era la mujer más bella del universo.

Le besó cada uno por encima del corpiño y Katia soltó suspiros pesados, antes de poderle sacar la ropa el timbre de la casa resonó en todo el lugar y Gonzalo quiso gritar que no molestaran, pero sabían quien estaba tocando la puerta. O más bien; quienes.

—Esto no se queda así.— le dijo a Katia y ella se rió por lo enojado que se veía, y obvio, le habían cortado el garche—Abrí vos, y-yo ahora bajo

Gonzalo le dejó un beso en los labios antes de salir corriendo escaleras arriba, Katia no dijo nada al verle el pantalón explotando, por eso había subido a esconderse. Katia se acomodó la remera regresando los tirantes a su lugar y se arregló el pelo.

Abrió la puerta y se encontró con Mauro y Antonella. Mauro la abrazó fuerte dejándole un beso en la cabeza, y Antonella le llenó la cara de besos como siempre.

—¿Como están?.— preguntó para ambos y Mauro asintió

—Bien, bien.— respondió y Antonella dijo lo mismo—¿Ya están listas esas galletitas?

—No aún no— miró el reloj que traía en la muñeca, leyendo la hora—, faltan veinte minutos y estarán listas

—¿Y tú novio?.— preguntó Antonella al no verlo y Katia sonrió con nerviosismo

—A-arriba.

—Voy a verlo.— dijo Mauro y Katia se puso enfrente de él antes de que diera un paso más

—¡No!, e-es que...creo que se esta cambiando, se estaba bañando.— mintió Katia y Mauro alzó las manos

—Bueno pero cálmate, no lo voy a violar, no es mi tipo.— se burló y Katia asintió sonriendo

Los invitó a sentarse en el sillón y se quedaron platicando, habían pasado diez minutos y Gonzalo no bajaba aún. Katia fue a ver las galletitas y ya estaban casi listas. Después les dijo a los dos chicos que esperaran, que iba a ver que pasaba con su novio. Subió las escaleras y lo encontró saliendo de su habitación con el celular en la mano.

—Estaba hablando con mi vieja, nos invitó a una comida, la semana que viene.— dijo Gonzalo apenas la vio y ella asintió

Katia bajó la mirada a su pantalón y supo que había solucionado su pequeño problema. Lo tomó del brazo y lo metió al baño.

—Mójate el pelo, les dije que te estabas bañando. No les iba a decir que estábamos haciendo obvio.— explicó Katia y Gonzalo asintió mojándose el pelo

Se lo secó solo un poco con una toalla simulando que estaba húmedo, Gonzalo sonrió y subió a Katia sobre el lavamanos.

—Bueno pará que sino te voy a mandar a bañarte con agua fría en serio.— lo amenazó y Gonzalo se mordió el labio

—¿Me vas a recompensar esta noche no?.

—Sabes que si.— respondió abrazándolo dejándole un beso en el cuello— Ahora hay que ir abajo que seguro ya están las galletas

Ambos bajaron y Katia fue a la cocina mientras que Gonzalo saludaba a sus amigos. Sacó las galletitas y las dejó enfriar por un rato. Después las sirvió en un platito y llegó a ofrecerles a todos, habían quedado buenísimas.

—Te felicito niña, están muy ricas.— dijo Mauro comiéndose otra

—Esta es especial.— habló Gonzalo diciéndole a Mauro que cierre los ojos, y después de ponerle la galleta especial en las manos, le ordenó que los abriera

Mauro miró la galleta con el ceño fruncido y después sonrió.

—¿Sabes?, yo pensaba que esto te gustaba. Pero después te juntaste con Katia y desvanecí esa idea.— lo jodió y los demás incluso Katia se rieron, pero se quedó callada al ver a Gonzalo

—Seguí de chistosa y me vas a pagar el doble.— le dijo al oído y Katia sonrió dándole un beso

luna - bizarrap Donde viven las historias. Descúbrelo ahora