| Capitulo 1 |

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-Torrente ¿Que tienes para mi hoy?

Terminé de hacer mi cafe para después relajarme en mi humilde delicado y delicioso cigarro, como todas mis mañanas al entrar a la comisaría.

-Pues, por el momento, puede que Gustabo y Horacio estén haciendo de policías gilipollas poniendo multa a todas las personas.
-Me importa una mierda esos dos anormales.
-Vamos Conway sabemos que si, sabemos la razón, pero tu ser egoísta no lo deja ver.
-Déjame en paz y ve a patrullar si no quieres que te agarre a porrazos- Decía mientras veía como obedeció y lo perdía de vista.

Cuando aquí el momento reflexivo siempre que fumo, llegan a mi cabeza millones de recuerdos, llegaba a casa y mi esposa me esperaba con la cena demasiado deliciosa, mis hijos abrazandome e insistiendo que les cuente que aventura realizo papá.
Estaba realmente agradecido tenía todo, tenía a mi familia, amigos, sobre todo a mi mejor amigo, tenía una vida llena de amor y paz nunca faltaba la acción pero tenia todo lo que soñe lo que necesitaba, era una persona demasiado social y feliz.

El hombre más feliz del mundo, ese que todos querian ser.

Llegó el atentado y solo con abrir y cerrar ojos deje de sentir todo aquello que tenia.

Dejé de sentir amor
Dejé de sentir un peso doble en la cama
Dejé de sentir lo bien que me sentía al oír a mis hijos reir.
Dejé de sentirme bien conmigo mismo.
Dejé de sentir ganas de vivir.
Dejé de sentir esa adrenalina.
Dejé de sentir a ese hombre que llegue a ser.

Ahora solo veía oía y sentía sangre, gritos, disparos, insultos todo aquello que provocó que renació aquel hombre Conway ese que no siente nada y siempre tenia mal humor.

-¡Tío Tom! Que gusto volverlo a ver.
-¡Abuelo! Lo extrañaba.

Solo sentí como desaparecí de mis sentimientos y me centre en la realidad con mi cigarro terminado y estos dos anormales entrando a mi despacho sin tocar.

-Bueno y ustedes no saben tocar o que coño les pasa- Gritaba mientras sacaba la porra.

-Abuelo, no se ponga asi que solo venimos a contarle un chisme- Horacio habló con las manos cubriendose el rosto al no querer que le soltara un porrazo mientras Gustabo solo reía.

-Que coño queréis ahora, no tengo tiempo ni humor para sus chismes estupidos.
-Me parece que esté le va agradar más de lo que cree- menciona Gustabo alzando sus cejas con ironía.

-¿Que tenéis para mi entonces? ¿Por que tanto suspenso? Ve al grano ya carajo- alzó la voz obligando a los demás escupir el veneno.

-Bueno pues me pareció ver y oír que habrá una carrera ilegalisima despues de realizar un atraco- escupió el veneno, el veneno que formo una sonrisa en el rostro de la serpiente poderosa.

-Vaya que me parece bien para tener buena tarde ¿En dónde será?
-No sé- murmuró apenado.

-Dios mio de verdad que si no es la vejez estos anormales terminarán matandome- pensó el superintendente.

-Como coño vienes a decir esto si no sabes, para mi que nisiquiera saber como se llama tu madre.

-En realidad no se, me abandono cuando estaba pequeño- agachó la mirada mientras horacio le daba una palmada en la espalda en forma de consolación.

-Otro dia te pones triste, tenemos un trabajo- Decía mientras salía de mi despacho y llamaba a Torrente.
-Torrente necesito que investigues donde sera un atraco.
-De hecho señor acaban de reportar uno y venia con usted a comentarselo.
-Demasiado tarde Gustabo y Horacio ya lo hicieron, necesito que reunas a los agentes y los veo en el estacionamiento, tambien que este Gustabo y Horacio, puede que hagan algo bien hoy- Decía mientras camina por los pasillos para salir de la comisaría e ir al estacionamiento.

-Muy bien super nenas, tenemos un atraco en la joyería nueva, son 5 hombres armados, tienen a 3 rehenes que son empleados del lugar, necesito a 3 grupos de ustedes en cada esquina en un perímetro de máximo 3 cuadras, Gustabo, Horacio y Torrente se vienen conmigo. 2 de ustedes en camioneta y siguiendome. ¿Entendido?

-10-4- Se escucharon a la vez en cada grupo se iba al respectivo lugar que acordamos.

-¿Ya viste Horacio? Será nuestra primera tarea como policías- habló Gustabo emocionado mientras caminaba al auto.
-¡Seremos héroes!- gritaba Horacio con emoción.
-Subir ya que no tenemos tiempo- Conway siempre aurrinando los momentos felices.

Los agentes se dividieron entre las calles de Los Santos, conduciendo a la velocidad adecuada para asustar a todo aquel que se intrometa en el camino.

En medio de todo, el hombre de traje y gafas despreciaba los gritos de todos en la radio, fingiendo su estabilidad emocional al conducir y cumplir su trabajo como un ciclo en su vida.

El ciclo que estaba por romper.

ᴇsᴀ ᴇs ᴍɪ ᴄʜɪᴄᴀ  | ᴊᴀᴄᴋ ᴄᴏɴᴡᴀʏ |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora