ᴇsᴀ ᴇs ᴍɪ ᴄʜɪᴄᴀ | ᴊᴀᴄᴋ ᴄᴏɴᴡᴀʏ |

| Capítulo 45 |

Ya no era España o Londres, ni mucho menos Los Santos.

Era la ciudad de Dubái, donde una de las principales riquezas se forman; el desierto era algo nuevo; un metodo de pasar un momento en familia disfrutando de las vistas acompañadas de amor.

Ella estaba entre las olas del mar, sonriendo al cielo disfrutando del momento.
Jugaba con el agua sumergiendose en ella eliminando aquellas malas vibras que la atormentaron.
Se había olvidado de la misión de todos, solo era ella tomando unos minutos a solas volviendo amarse aún más disfrutando de todo lo bueno y agradeciendo de ello.

El había terminando de hablar con Volkov y Greco tomando algunos vasos de Vodka en su honor que el no podía estar.
Conway mantenía su mirada en ella, su postura era demasiado cómoda como el merecía estar.
Tenia una mano recargada en su barbilla; sus gafas era solo el reflejo de su nueva fortaleza.
Trataba de ocultar la sonrisa sin necesidad de ser obligado hacerla.

-Ahora vuelvo- Guardaba su felicidad en un tono de seriedad gelida.
Quitaba sus gafas y su camisa desabrochada; Gustabo y Horacio hacían bromas sobre lo que hará.

Dejó todas sus pertenencias; camino hacía la orilla del mar sonriendo.

Ella estaba de pie mirando las olas golpear sus pies, disfrutando del aire.
Conway la tomó por sorpresa tomando su cuerpo como princesa corriendo al fondo del mar tirándose en la profundidad.
La chica había soltado un pequeño grito al entrar aún por debajo del mar abrieron los ojos encontrando de nuevo las miradas.

Estiraban ambas manos juntando de ellas.
Volvían a la superficie tomando todo el oxígeno que habían perdido.

No podían transmitir ninguna palabra; el contacto físico era el suficiente para decir que no necesitaban de más que solo pedían que el momento nunca terminara.
Megan daba pequeños masajes en las mejillas de Conway.
El agua creaba pequeñas olas haciendo de ellos subir y bajar lentamente.
Tomo de su cintura acercandola aún más; enredado sus piernas en su cintura haciendo sus brazos quien sostuviera de ella tocando con delicadeza los muslos.

-Te quiero- Confesaron los dos a la misma vez; su piel tomaba tono rojo soltaron pequeñas risas.

Las almas gemelas eran entrelazadas entre las mejores aguas del mundo, fluyendo en paz y armonía hundiendo su maldición en amor y lujuria.

-¡Pero Conway!- Gustabo gritó pegando un susto al ver como volvía a caer en el agua.
Conway recuperaba los cinco sentidos ayudando a Megan volver a la superficie.
-¿Estaban haciendo cositas?- Horacio pretendía verse lo más inocente juntando los dos dedos indices haciando un puchero.
-¿Como los que haces con el ruso? No lo creo- Respondía escupiendo la agua que accidentalmente había tomado al caer.
-Dios que asco, recuerdo cuando se decían cosas enfrente de mi y Conway como "Onichan"- Hacía el gesto de asco.
-Se veía muy lindo ese día- Horacio bajo la mirada ocultando sus mejillas rojas.
-¿Más lindo que la miel de estos dos?- Conway no resistió; se lanzó sobre el ahogandolo sin piedad.

No me iba arrepentir de lo haría; tome de sus dos cabezas jalando el cabello haciendo que volvieran a la superficie.
-¿Estas loco? Lo vas a terminar matando- Tocaba el corazón de Gustabo mirando su piel morada volviendo a la normalidad.
-¿Por que coño hiciste eso?- se cruzo de brazos.
-No seas maricon Conway- Bufaba sonriente.
-¿Que es lo que acabas de decir?- levantaba una ceja haciendo una mueca de intriga.
-Lo que escuchaste, ¿Ya viste como lo dejaste?- Gustabo sacaba la lengua burlándose de que el no era el consentido.
-Alguien va a dormir en el sofá, Gustabo- Susurró Horacio mirando la mandíbula de Conway totalmente dura mostrando una pequeña vena sobresalir de su frente.
-¿Me dijiste maricón eh?- comenzaba a caminar en mi dirección.
-Correcto- Me crucé de brazos guiñandole un ojo.
-¿Te recuerdo que paso la última vez que puse nervioso?- sonreía cínicamente abriendo más el paso entre las aguas.
-Voy a pedir amablemente que guarde distancia Superindetente- Era demasiado tarde; se lanzó sobre mi cayendo sobre la misma agua.