| Capítulo 54 |

403 36 21
                                    

Me sentía sucia, estaba débil.

No tenía más esperanza; era mi fin y no podía ver a Conway una vez más.

Mis energías eran entregadas a Horacio quien estaba peor, había momentos donde no me reconocía; Sus gritos eran alambres sobre mi garganta.

Nos habían acabado, contaba los días.
Contaba las veces que nos habían maltratado.
Contaba las veces que Horacio me pedía ayuda.

Eran exactamente 18 días, 42 minutos con 30 segundos exactos.

Y cada uno de ellos se volvía una eternidad infinita.

Deseaba ser yo misma quien terminara con mi vida.

No solo había heridas en mi cuerpo; había un dolor en mi estomago quien me hacía retorced del dolor, estos días vomitaba sin parar.

-¡Por favor ya no me hagan nada! ¡Dejenme en paz!- Horacio me hacía despertar de mis pensamientos.
-Lo siento Horacio, lamento llegar a estos terminos- Gustabo sacó una arma.
-¡Dejalo en paz! ¡Es suficiente!- Grité jalando mi cuerpo lastimando mis muñecas.
-¡Callate!- El chino amenazó con otra arma justo en mi cabeza.

Yun sacaba una llave en su bolsillo; Guardo su arma mirandome con odio.

-¿Que haces?- Pregunté escuchando las cadenas desatarse de mis muñecas.

No había recibido ninguna respuesta.

Mi cuerpo sentía dolor al colocarse de pie; Miraba a Horacio alarmada mientras el estaba arrinconado en una esquina cubriendo todo su cuerpo con sus brazos.

-¿Que están haciendo?- Volví a preguntar exaltando los ojos mirando como sostenían a Horacio.

Lo colocaron en el centro del almacén arrodillado enfrente de Gustabo.

-No, por favor no... Termina conmigo- Comencé a llorar forcejeando con Yun sosteniendo mis brazos.

Gustabo sacaba el arma levantando lentamente sin mirar a nadie más que a Horacio.

Horacio comenzo a temblar sin perder esperanza hasta su último aliento.

-¿Ultimas palabras Horacio?- preguntó Gustabo quitando el seguro del arma comenzando a presionar el gatillo.

Veía a Emilio venir hacia mi con un pequeño saco de tela negro señalando que lo iba a colocar.

Al ver todo oscuro mis nervios aumentaron más forcejeando esta vez con Emilio y Yun.

-Siempre juntos Gustabo... Te quiero- susurró bajando la mirada cerrando los ojos, teniendo en mente solo a Volkov.

-¡No!- Gritaba desesperada sintiendo mis lágrimas caer por mis mejillas.

Un disparo se escuchó al mismo instante que había dejado de respirar.
Habían golpeado mi cabeza fuertemente sintiendo mis piernas caer al instante sin mirar y sentir esta vez.

Se había acabado.




Los días se volvían siglos, cada minuto que pasaba era una muerte más; cumplía la metáfora "Te buscare por cielo, mar y tierra".
Había dividido la malla completa a toda costa incumpliendo normas jurídicas.

Las casas de los docentes eran invadidas por soldados y policias.

Los negocios de los docentes se habían destruido completamente.

La vida de cada persona se ponía en juego.

Las montañas eran cavadas en cada cierto territorio.

La cabeza estaba por explotar; representaba el verdadero Diablo desmontando su verdadero poder sobre el planeta entero.
Arrasó con toda la ciudad el odio no era el unico adjetivo quien describia en la persona que se convirtió.

ᴇsᴀ ᴇs ᴍɪ ᴄʜɪᴄᴀ  | ᴊᴀᴄᴋ ᴄᴏɴᴡᴀʏ |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora