Quinta Essentia (Trilogía EXO II)

Capítulo 19 - No hay lugar en el que esconderse

Cuando abrió lentamente los ojos Mr. Luz estaba a su lado, arrodillado en el suelo sosteniéndola entre sus brazos.

—¡Mia! —dijo con una medio sonrisa en su cara, mezcla de alegría y de desconcierto—. ¿Estás bien?

—¿Qué... qué ha pasado? —preguntó ella aún bastante aturdida. Se encontraba en los brazos de Mr. Luz, que la transportaba. Al girar torpemente la cabeza vio a Gábriel junto a ellos. Bajo ellos un gran océano azul verdoso y ni rastro de clones.

—No lo se —respondió el héroe—. Te ha pasado algo... increíble. Ha sido como si... estuvieras poseída —dijo con incredulidad, como si aún no se creyera lo que había visto.

La chica comenzó a recordar. Las palabras de la mujer de azul... Entonces todo fue volviendo lentamente a su memoria:

No tenía nada que perder, así que cerró los ojos y se encomendó al espíritu que durante toda su vida le había acompañado. Algo dentro de ella despertó, algo que llevaba dormido demasiado tiempo. Una incontrolable rabia junto a un poder sobrenatural. El poder de la gran diosa que un día fue. La energía en su interior se volvió incontrolable, y como un huracán desatado vació toda su cólera en los enemigos que se abalanzaban sobre ella.

Solo recordaba caos y destrucción. Y sangre, mucha sangre.

—Comenzaste a atacar como loca, destrozando a los clones que venían —continuó explicando—. Te seguimos, logremos contener el ataque de los clones, lo suficiente como para encontrar una pequeña grieta en su defensa y huir. Pero créeme. Si no hubiera sido por ti... ¡Estuviste genial!

Adora lo miró. Seguía un poco aturdida. Algo dentro de ella había despertado, tenía recuerdos y sensaciones que nunca antes había tenido, pero aún era todo demasiado confuso. Todo seguía estando borroso en su mente y no conseguía encajar las piezas para esclarecer el puzzle en que se habían convertido sus recuerdos.

Continuaron sin ningún destino concreto, solo con la intención de alejarse lo más posible de sus perseguidores. El héroe giró la cabeza y miró a Gábriel.

—¿Qué haremos ahora? —preguntó.

—No lo sé —contestó con cierto tono de abatimiento—. Tenemos la calavera, pero vayamos a donde vayamos nos acabarán encontrando.