Capítulo 3 - Abducción

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El cielo comenzó a teñirse de negro azabache mientras una resplandeciente luna llena comenzaba a escalar el horizonte. Mr. Luz aguardaba escondido entre las paredes a medio construir de un edificio abandonado. Llevaba horas esperando algún indicio de los seres causantes de las abducciones, pero de momento solo había visto a un par de yonkis en un solar cercano. El barrio de Argash era un barrio marginado de extrarradio donde la gente que había probado suerte en la capital de Sidonéa y había fracasado se veía irremediablemente abocada. El gobierno no podía hacer desaparecer a los ladrones, las putas y los drogadictos, así que lo que hacían era alejarlos lo máximo posible de la ciudad.

« No pueden haber sido los Iruzbianos. Es imposible... Gábriel sigue allí, él no permitiría que hicieran esto.»

Una mujer de la calle apareció por la solitaria calle. Venía caminando desde la manzana de al lado, probablemente buscando ampliar su zona e intentando cazar algún cliente despistado. Mr. Luz permanecía atento. La prostituta continuó andando sola en mitad de la noche, cuando un coche apareció tras de ella. Era un vehículo de gama alta, algo poco habitual en esa zona de la ciudad. La mujer no desaprovechó la oportunidad y, prácticamente, se lanzó encima del coche, impidiéndole el paso.

—¡Chicos! —gritó la mujer, visiblemente afectada por los efectos del alcohol o alguna otra droga, refiriéndose a los dos hombres que viajaban en el vehículo—, ¿queréis pasar un buen rato, guapos?

—Apártate maldita puta —dijo el copiloto del vehículo con desprecio, al tiempo que sacaba medio cuerpo por la ventanilla y empujaba violentamente a la prostituta lejos de ellos. La mujer cayó al suelo de bruces y el coche salió de allí chirriando ruedas.

Mr. Luz pudo ver la cara del copiloto y lo reconoció, era “el azteka” un conocido delincuente de poca monta con el que el héroe ya se había cruzado más de una vez en el pasado. Evidentemente el coche era robado y los dos delincuentes debían de dirigirse a algún local cercano para desguazar el vehículo y posteriormente venderlo por piezas.

—¡Hijos de puta! —balbuceó la ramera , mientras se levantaba con cierta dificultad—, ojalá os muráis. ..

Esos dos hombres estaban cometiendo un delito y Mr. Luz los había visto. Él era un héroe, se esperaba que los detuviera. Estaba ocupado con otras cosas, bastante importantes, sin embargo de momento solo había perdido el tiempo, así que lo correcto sería cumplir su deber como protector de la ciudad.

Se puso en pie y salió volando en la dirección en la que el vehículo había desaparecido. Solo se alejó unos cincuenta metros cuando a su espalda vio aparecer una intensa luz blanca. Mr. Luz se giró rápidamente y pudo observar, en la lejanía, un poderoso y cegador haz de luz sobre la prostituta, que había seguido caminando en dirección contraria al héroe.

En mitad de la oscuridad de la noche, en la solitaria calle de aquel mugriento barrio, un poderoso foco de intensa luz blanquecina apareció de la nada y se centró justo encima de la mujer. Embriagada, cegada y confusa, la pobre mujer no alcanzaba a entender que era lo que estaba pasando. De repente un pitido casi inaudible se instaló en su cabeza, provocándole una molesta sensación. El pitido comenzó a ganar intensidad, confundiéndola aun más y causando un creciente mareo. El tiempo parecía haberse detenido para ella, solo podía sentir como el incesante y molesto ruido crecía y crecía en el interior de su cerebro.

Quinta Essentia (Trilogía EXO II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora