Momento de CASI Armonía

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Pasada una hora de su "Ejecución" el lugar ya se había vaciado casi por completo y las tiendas habían abierto.

Con el estómago vacío desde hacía dos días, los muchachos decidieron consentir a su princesa, llevándolo a tomar un buen desayuno, no sin antes haberla cambiado de ropa con su magia.

Los tres aún de encubiertos disfrutaron de un buen desayuno, con abundante chocolate y té de jazmín para la chica, y una gran porción de galletas que rápidamente desapareció por la boca del mago, y que causó la risa de los otros dos adolescentes.

---Kiel. - le llamó la muchacha, al notar que este miraba desde hacía un rato por la ventana, acción que le ponía nerviosa. - ¿Te arrepientes?

El ojiambar se giro a mirarla, con una expresión de sorpresa, le había tomado desprevenido. Aún así, negó y sólo le dedico una simple sonrisa que hizo que todos los malos pensamientos de la menor se fueran

---Claro que no, prin... Atthy.-se corrigió a sí mismo, habían quedado de llamarse por el nombre, pero bueno, por el momento era difícil. - sólo pensaba en nuestro futuro

Aquello descolocó un poco a la princesa, pero aún así, sólo Asintió y le tomo la mano, haciendo lo mismo, cuando él mago le extendió la suya, mirando hacia otro lado y con las orejas rojas, como un cachorrito.

--Además, nada que tenga que ver contigo hace que me arrepienta. - volvió a decir el ojiambar, soltando una encantadora risita, que hizo que las mesas con mujeres alrededor se girarán a verlo, encantadas,sin reconocerle. -

---¡Ay, mis ojos!. - exclamó la ojiceruleo, tapándose sus ojos con sus manos, dramatizando como si aquella bella sonrisa le dejara ciega, y causando que él mago solo bufara. -

--Estúpidos, dejen sus bobadas. - dijo, chasqueando la lengua, justo antes de recibir un "Cascarrabias" por parte de una voz extra. -

Allí frente a los tres chicos, estaba Félix Robein.

El adulto no espero mucho más y abrazo a la chica, con aquel cariño paternal que hasta ahora, Athanasia no se había dado cuenta que Sir Félix le había dado. Si bien Félix nunca había estado a su lado como escolta, lo había visto cotidianamente, lo veía en el jardín y siempre se sentaba con ella, regalando le chocolates o visitando a Lily, con quien sabia que mantenía una relación secreta.

---Sir Félix. - murmuró, acariciandole los cabellos al pelirrojo, quien se permitió llorar en los brazos de la muchacha. - todo estará bien

El adulto no contesto, solo siguió aferrado a la muchacha, tan igual a su mejor amiga, y a la vez tan parecida a su mejor amigo, quien cruelmente había condenado a su hija y había matado al amor de su vida, y quien llevaba a su hijo en su vientre, frente a su cara.

---"No vuelvas a hacer que dude de tu confianza Robein, o al igual que esta perra serás tu el que muera". - Había dicho quien creía su mejor amigo, ahora que volvía a pensarlo, debió dejar que lo matara y darle más tiempo a su amada para escapar. -

Pero terminó quitando sus malos pensamientos, había perdido a su familia, la que recién iba formando, pero aún le quedaba la joven princesa a la que quería como una hija, y por la cual haría lo que fuera, no perdonaría al emperador por arrebatarle a Lily, y al pequeño bebé que iba a nacer, tampoco por haber dañado a lo único que quedaba y le mantenía unido al mundo terrenal

---Aunque no quiera dejarla, debo quedarme para que no dejen ningún rastro o sospecha. - dijo despacio, luego de haberse calmado, y sentándo en el último haciendo de la mesa cuadrada fijo su atención en los otros dos jóvenes. - Deje dos caballos en un corral cercano de aquí, tiene dinero suficiente para que puedan sobrevivir los primeros años

En el olvido (Princesa Encantadora) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora