El Dueño de la Perra

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—No pensé que fueras más puta que tu madre. —la castaña sonrió, mientras se llevaba dos dedos a sus labios. — siete críos y dos esposos, ja ¿A quien más le abres las piernas?

Athanasia miró a la mujer con desagrado, levantándose con cuidado, agarrándose el vientre, que en esos momentos, dolía montones. 

—¡Y llevas aún más bastardos!. —Dijo con sorpresa la mujer, para luego acercar su mano y agarrar el cuello de la rubia. —Dime... ¿Que se siente acostarse con Kiel?

—Sueltame, perra. —le empujó la mano y se tiro hacia atrás, para que no le agarrara. — no me toques con tus sucias manos.

—¿Sucias manos? ¿Debería recordarte tu lugar?

Zenith miró con furia a la hermosa rubia ante sus ojos, y solo sacó del borde de su falda las llaves de la celda. Entrando en esta, haciendo resonar sus tacones, y haciendo relucir la daga en su otra mano.

—¿Que pasaría si pierdes a tus bebés?. —preguntó acercando la punta hacia la rubia, quien sólo apartó el rostro, buscando algo con que defenderse. — por mí te mataría aquí, y ahora, por seguir metiendo te entre padre y yo pero... El me dijo que no lo hiciera

Athanasia volvió a mirarla, escupiendole en la cara.

No dejaría que esa mujer le hiciera ser menos de nuevo, ella no dejaría que una quimera la tratara así.

Tomó la piedra saliente de la muralla, y golpeó la cabeza de la castaña.

Zenith retrocedió, algo atinada, tocandose la zona sangrante.

—¡Tu, te voy a matar!. —grito, llendo directo hacia ella, con la dega apuntando su vientre. —

Pero antes de llegar una fuerte luz dorada iluminó el espacio y Zenith chillo cayendo al piso.

Athanasia no se hizo a esperar, y solo empezó a correr, como podía, para salir de las mazmorras.

—Alto alli~. —Frente a ella se alzaba un pelinegro, de ojos azules gemas que agitaba su dedo, como si estuviera negando. —¿Donde vas SO-BRI-NA?

Athanasia frunció el ceño, pero no contestó,no tenía mucho que decir

—¿Quién eres?. —artículo, con pocas ganas, buscando en su mente una forma de defenderse de él.

—¿Yo? El dueño de esa perra. —una risa burlona salió de sus labios, y apuntó haci atrás de la rubia. —

Miro hacia atrás, de su antes prisión, salía la figura encapuchado de Zenith... O al menos eso creía.

—A y también... Tu tío. —Anastacius simplemente hizo una reverencia, dispuesto a lanzarle un hechizo a la muchacha, pero apenas se levantó, un golpe en la cabeza, con la empuñadura d e una espada, le llegó. —

—princesa ¡Corra!

Elen miró a la rubia, y le tiro del brazo para que empezará a correr junto a él por los pasillos.

Athanasia no sabía quién era, pero sin dudas le recordaba a aquella jovencita que en algunos eventos sociales había visto.

No dijo nada y solo "corrió", como podía.

Algo sujeto su pie y le hiz caer, agarrándose con fuerza el vientre ante el golpe.
Miro su tobillo, una nube negra la estaba jalando hacia el pelinegro.
Movió su pie e intentó aferrarse a algo, pero el rubio ya no estaba a su lado, estaba corriendo hacia el mayor de todos, con su espada en mano.

En otra situación se hubiera reído por la diferencia de tamaños, pero su vida peligraba por lo que nada salió de sus labios.

Su pie fue libre en cuanto el rubio atacó a Anastacius con su arma.

En el olvido (Princesa Encantadora) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora