La Princesa Del Sol

2.6K 292 3
                                    

La misma noche de su partida, los tres magos llegaron a la capital de Obelia. Particularmente a lo que alguna vez fue lo oficina de Lucas en la torre negra.

El lugar era una habitación amplia y cuadrada, tenía una cama para dos y tenía varios libros y pergaminos tirados por todas partes, estaba igual a como lo había dejado, es decir, el hechizo e protección había funcionado. El adulto se movio por el lugar, con cierto sentimiento de nostalgia en su pecho, podría negarlo pero muy en el fondo sabía que era verdad, el hecho de que había extrañado aquel lugar.

Los dos adolescentes, miraron alrededor, con curiosidad, era extraño el pensar que ese lugar tan desordenado le correspondía a su padre adicto al orden. El mayor de los dos chicos, miró la puerta de salida ¿como sería afuera? Se acercó y agarro la manilla, suponía que todos estarían durmiendo. Claramente no tenía idea de cómo era la torre de los magos.

Giro la perilla y abrió la puerta, justo en el momento en que dos magos pasaban por el pasillo, por lo que cerró esta de golpe, una bocina se oyó por todo el lugar. El hechizo se había roto. Por lo que pronto, golpes en la puerta se empezaron a escuchar.

— Maldita sea. — dijo el adulto, mirando mal a sus dos hijos, quienes tenían puesta carita de cachorro tos. — debí llevarlos a un hostal primero

Apuntó su mano a la puerta, he hizo un bloqueo temporal, mientras el mellizo mayor, tomaba a su hermano, como costal de papa y se acercaba a la ventana

— Ten suerte papá. — dijo el pelo blanco, sonriendo y saltando por la ventana, con los gritos del mago ancestral detrás suyo. —

Genial, si Kiel se entera me deja durmiendo en el pasillo. — pensó el adulto, y solo se sentó en el piso deshaciendo el hechizo y dejando que los magos entrarán a su habitación, y que todos lo miraran, perplejos.

— Dejen de mirarme así, idiotas. —Chasqueo la lengua y miró a todos los jóvenes y ancianos del lugar. — era obvio que no me morí

Hizo una mueca, de verdad que eran tontos, si hubiera muerto, su magia igual hubiera desaparecido de la Torre, si ese lugar aún estaba en pie, era por el.

— ¡Mago Lucas!. — el coro de voces retumbó por todo el lugar, incluso en los lugares más cercanos, donde iban los dos hermanos corriendo. —

— Adiós a pasar desapercibidos. —Murmuro Haim, mirando hacia atrás, y como las luces de algunas casas se encendían, era obvio que la noticia se daría pronto. — Soldado caído, repito, soldado caído

---

A la mañana siguiente, los chicos despertaron, debido a la mirada curiosa de alguien o algo. Se habían quedado dormido en un pequeño establo, que habían encontrado la noche anterior, cada lugar que habían visitado para quedarse, no les había dejado entrar por la hora así que terminaron escabullendose en una gran casa y durmiendo en el establo.

Cuando Haim abrió los ojos, lo primero que vio fue dos espadas apuntandole el cuello, mientras su mellizo pasaba su pierna mejor por su cuerpo, como si el fuera una almohada. Frente a él había un hombre ya entrando en su vejez, se le notaban ciertas arrugas en su rostro, y sin duda alguna tenía un gran parecido con uno de sus padres. Cabello blanco y ojos ámbar, dos cosas tan únicas como especiales en Obelia.

— ¿Quienes son, y que hacen en mi casa?. — pregunto el hombre, detrás de sus guardias, con el ceño fruncido. —

El mellizo menor, golpeó la cabeza de su hermano, con fuerza, haciendo que este despertará, con un quejido. Nix iba a empezar a gritarle al menor cuando noto que no estaban solos, y una versión de su progenitor, pero mucho más feo y viejo, estaba parado a un lado de ellos.

En el olvido (Princesa Encantadora) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora