Obelia Unida

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—Viverra, ruina, vis tollere, dimitte. —Grito un mago, mientras un rato se dirigía hacia las murallas del palacio. —

Pronto, estas empezaron a derrumbarse, dando paso libre para que las tropas pudieran entrar.

En las calles de Obelia, una lucha por un mejor vivir se había desatado, los caballeros luchaban contra los plebeyos, quienes sin armas, y solo con cosas como tenedores, cuchillos y sartén es, luchaban con sudor y lágrimas contra los experimentados de la armada.

Los niños, se escondían y corrían entre callejones, buscando un lugar donde esconderse de la masacre.

El golpeteo de las armas, se oía en todas partes, como la única melodia que adornaba la noche.

Audi me cantare, erit anima tua relinquere, amantes sequi me mi, audi vocem meam, et praemium defendere meus veniet... —la endulzado voz de una mujer se hizo presente por las calles, más alto que cualquier otro grito o sonido. —

Pequeños hilos iluminados, de un color rosa se hicieron presentes, llegando hacia cada soldado en el pueblo. Junto a estos, pronto se hizo presentes, una figura de una muchacha rubia, que caminaba danzando. El tintineo de cascabeles desde sus tobillos y manos acompañaban su canto.

Cada soldado imperial se quedó quieto en su lugar, sus ojos se tiñeron de un color rosa, y empezaron a seguir a la muchacha, quien caminaba hacia el palacio.

Kiel sonrió escondido en un pequeño callejón, junto a un grupo de al menos veinte niños.

—Vengan por aquí. —Dijo, cuando la calle se despejó de caballeros, guiandolos hacia el único lugar que sabía estaría protegido, la tumba de Lady Diana. —

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Lucas Alzó ambos pulgares hacia el grupo de magos luchando, sorprendido de que además de que estos se pusieran de su parte, estuvieran haciéndolo tan bien.

Empezó a correr, por los jardines del palacio, buscando a sus hijos para poder ayudarlos.

El sol se había ocultado hacia horas, por lo que su batalla llevaba casi la misma cantidad de tiempo que este.

Había estado luchando contra los magos fieles a Claude, y uno que otro caballero que no le era rival.

—¡Alto traidor!. —giro su cabeza, con el ceño fruncido. —

Miro a un joven adulto, vestido con extravagantes ropas de mago, con demasiadas joyas que no eran nesesarias. los cabellos verdes ocultos por una capa y una sonrisa burlona se apoderaba de su cara.

—¡Mi maestro dijo que vendrías, así que debo encargarme de un mago vulgar como tuu.... —la frase se escucho lejana, justo en el momento en que un agujero de sombras succionar a al muchacho.

—Señor mago, no vale la pena escucharlo. —la joven pelirosa frente a él sólo aplaudió una vez y sonrió. —
Dioses hacia mucho que quería hacer eso.

—gracias por eso. —Dijo haciéndole una pequela reverencia a la princesa quien sólo Agitó su mano. —

—Solo ejeme casarme con su hijo y ya. —la muchacha se giro, a la vez que un grupo de caballeros se dirigían a ella. —Los detendré, vaya a ayudar a esos mocosos.

No se paro a pensar, y solo volvió a retomar su maraton, mientras que veía como múltiples tentáculos de sombra se hacían presentes y empezaban a ayudar a la chica a defenderse.

En el olvido (Princesa Encantadora) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora