¿Cual Fue El Error?

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—¿Piensan que pueden matarme, así como así?

Claude les habló, mientras tomaba correctamente su espada. Phoenix, que era el más cercano, sólo le apuntó, mientras que un paso más atrás, Haim, mantenía los ojos cerrados, con lágrimas cayendo de estos.

—¿Quién te dio el derecho de matar a personas porque quieres?. —preguntó el mayor de ambos hermanos, bajando su espada. — ¿Acaso eres un dios?

El rubio se le quedó mirando, extrañado, el era el emperador, el ma spoderoso en todo ese territorio, quien había librado a Obelia de la tiranía de su hermano y padre, quien había erradicado la magia oscura.

—Soy Jim, puedo hacer lo que quiera.

—Eres humano, igual que nosotros. —hablo esta vez el pelo negro, acercándose hasta tener la espada del adulto frente a si. — pero estas solo, intentaste matar a tu hija, mataste a tu mejor amigo, apartas te a quienes confiaban en ti y te fijaste de las personas incorrectas, ocupaste magia oscura para usar el camino fácil, y por ello amaste a una quimera por veinte años

No, estaba mintiendo, no se dejaría engatusar par las palabras de un adolescente ¿que sabía ese bastado? ¡nada! No tenía derecho a meterse en lo que el había tratado por tanto tiempo de construir.

—¡Callate!. —le grito, moviendo su espada, cosa que él más bajo esquivo con facilidad. —

—Bien, tu lo pediste. —Phoenix no se hizo a esperar, hartado de hablar, blando su espada y la dirigió hacia el rubio, quien bloqueo con la propia. —

Uno contra uno, inició la batalla, zafiro contra rubi.
Haim, se hizo a un lado, más que nada porque sabía que algo más se acercaba.

Claude lanzó un codazo hacia al adolescente, justo en la mandíbula, dándole en el lugar correcto, y haciendo que Nix tuviera que retroceder. Este se quejo un poco pero aún así se defendió cuando el arma contraria fue dirigida hacia su estómago, esquivando por los pelos el filo de la hoja.

Ambas espadas volvieron a chocar, y Nix aprovecho eso para usar su magia, intentó que las enredaderas atraparon al mayor, pero este lo lanzó hacia una de las murallas. No fue tras el, se dirigió hacia su hermano, quien estaba en posición de atacar en la puerta.

Antes de que el rubio llegara, el pelo negro le miro de reojo, y una sonrisita burlona se formó en su rostro.

Surjan. —la sombra del más bajo se amplio, y desde esta salieron dos caballeros gigantes hechos de sombras. —

El primero, blando su hacha hacia el rubio, quien a duras penas esquivo, siendo ayudado por su propio hechizo de protección, haciendo que el monstruo se partiera a la mitad, pero que pronto volviera a regenerarse.

El otro por su parte, se había quedado quieto, esperando su momento para atacar. Nix miró las figuras y solo sonrió un poco, antes de ver cómo una figura entraba en la habitación.

Era una criatura de piel amarillenta, tirando a verde claro, tenía feas ojeras y la mitad del rostro quemado y desconfigurado, sus manos eran esqueléticas y largas, como si fueran largas garras. Parecía tener piernas de animal, pues caminaba extraño bajo aquel vestido. Tenía una pajosa y horrible cabellera castaña y unos ojos verdes cínicos. Sus labios estaban estirados hacia cara lado, como si estuviera sonriendo todo el tiempo, y su nariz dejaba ver parte del hueso.

—¡Padre!. —Grito con voz femenina aquella cosa, acercándose al rubio que intentaba librarse de la sombra. —

Claude dejó de luchar al ver lo que se le acercaba sin reconocer por completo que su amada hija estaba allí presente.

En el olvido (Princesa Encantadora) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora