¿Con nosotros o con ellos?

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En la sala, un silencio incómodo, frío e incluso tenebroso, reino por el lugar.

Todos estaban asustados, todos habían visto a aquella bella muchacha y es como si su conciencia no estuviera, se movieron y apartaron apenas la miraron, encantados. No sabían si aquello había sido por su belleza o por todo el espectáculo que armo.

Claude, seguía mirando el texto, sin saber si debía mandar a encerrar a todos los presentes, matar a angunos o simplemente esperar a que sus guardias la encontrarán. Muchas ideas estaban cruzando por su mente, pero un voz de ultratumba resonó nuevamente por el lugar.

¿Con quienes se quedan? ¿CON SU EMPERADOR O CON QUIENES DARÁN UN MEJOR FUTURO?

Luego de aquello, los murmullos no se  hicieron esperar en todo el salón, quienes miraban las palabras en las puertas y luego al emperador, quien se había parado, en busca de los restos de magia, sin dar con nada. Solo la magia imperial que rodeaba el palacio y a él.

—El show se acabó, cierren las puertas.—Dijo Claude, dándose vuelta y empezando a caminar para poder irse por uno de los pasillos laterales. —Alfierce, conmigo, llamen a Ezra.

Entre la multitud, un rubio reía por la pequeña travesura de los dos hermanos.

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Haim se dejó caer en la cama de su hermano y soltar un suspiro. Aquellas estúpidas ropas le ponían incómodo, pues sentía todo su cuerpo estar apretado.
Prefería mil veces sus simples camisas que eran más sueltas y grande que esos trajes formales.

A su lado, Phoenix le miraba, mientras se quitaba la ropa. Al pelo blanco se le notaba lo cansado que estaba, después de todo había tenido que ocultar toda la magia que habían usado para el show de Vita, y no era tarea sencilla el ocultar la magia de sus invocaciones.

—Perdon hermano, me pasé un poco con mis invocaciones. —Dijo despacio, haciendo un pequeño puchero de arrepentimiento.—

— Calma, se me pasará en un rato. —Phoenix se tiro a su lado, sonriendole y mirando el techo. —

Ambos hermanos miraron hacia arriba, suspirando al mismo tiempo, tenían mucho que decirse pero no encontraban formas de hacerlo.

—Nix, yo... —se mordió el labio y luego miró a su hermano. —hubo un momento que me estuve arrepintiendo

—¿Que?. —se giro a mirarlo con el ceño fruncido y la nariz respringada. —

—Ya no, ya no. —Haim apreto sus puñitos y ojos, antes de hablar. —Creí que Claude quizás no era tan malo... Pero mis pesadilla... No quiero que nos matemos el uno al otro.

Phoenix se quedó mirando al muchacho sin decir nada. Entendía el porqué su hermano se ponía tan temeroso por hablar de eso.

Cuando Haim le contó sobre lo que sucedía en Obelia, el fue quien salió con la idea de una rebelión. Que luego su hermanos se metiera de cabeza en el pozo sin salida, había sido solo cosa de convencerlo.
El había sido quien quería luchar contra el emperador,al inicio había sido porqud consideraba que el trono le pertenecía, que debía hacer justicia por su madre y que podía ser mucho mejor emperador que el viejo.
Pero luego se dio cuenta que no estaba preparado, y que quizás no le correspondía ese lugar.

Sobre todo luego de ver los progresos de su hermano en la magia.
Haim era un genio de la magia. Además de destacarse por su clarividencia y visión futura, su hermano tenía una increíble fuente de mana, que le había permitido convertirse en invocar, e incluso nigromante blanco.

Haim se podria titular como el primer humano en lograr controlar a los muertos con magia blanca, y ser considerado "el rey de los muertos" o el "lord de las sombras" sin nesecidad de ocupar la magia oscura para ello.

Simplemente tenía un mellizo increíble.

Por su parte no era así, si bien tenía un buen mana, no podía lograr cosas como su hermano. Si podía crear hechizos como lo eran escudos, ataques, armas y lo más cotidiano e un usuario de magia, pero se destacaba más que nada en su completo control sobre la fauna y flora. Podía comunicarse con esta y usarla a  favor, pero nunca se compraría con el control de las sombras de su hermano.

Obviamente estaba celoso, lo tenía claro, porque si bien era mucho más ágil, fuerte y bueno en la lucha que su hermano, no se destacaba en algo tan importante como lo era el maná, y siendo el hijo de un poderoso mago, le hacía sentir humillado.
Claro que nunca se lo diría a Haim. Sabía que él menor tenía un prejuicio con su propio cuerpo debido a la diferencia de contextura de ambos, además que el hico era incapaz de crear hechizos para protegerse a sí mismo. Podía poner a sus sombras e invocaciones a cuidarle, pero dependería del poder de la invocación, no de él.

Entre los dos se envidiaban y de cierta forma estaba mal, pero también les hacía complementarse y por ello, eran un paquete completo para la posición de soberanos.

Sonrió al imaginar a su hermano gritándole por no hacer papeleo, y luego solo le revolvió los cabellos.

—Nunca nos pelearemos, Haim. —le dijo, dandole un besito en la frente. — eres mi otra parte, no podría matarte.

—Si claro, dime eso cuando tengas hijos con Elise.—Dijo el menor, soltando una risita burlona. —Deberías confesarte antes del caos.

— ¿Estas loco? ¿Y si me muero y ella me espera por siempre porque le dije que me gustaba?

—Primero, ella no te esperaría toda su vida, segundo, no hables de morirte.

La voz del menor se quebró al final de la frase, y solo sonrio con ternura, atrayendo lo hacía si. Nunca podría matar a ese pequeño.




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En el pueblo, esa misma tarde, las tropas imperiales se desplegaron, tomando como rehén a cada muchacha rubia que encontraban.

Athanasia y Vita, se vieron obligadas a esconderse.
Pero antes de que la primera lo logrará, tres guardias entraron en su habitación.

Kiel grito, intentando que no se la llevarán, y todos sus hijos miraban la escena asustados.

Vita lloraba, escondida detrás de un librero.

Roger Alfierce no sabía que se habían metido en su casa.

Y en pcoo tiempo por los sirvientes, se supo que la principal Athanasia había sido encarcelada otra vez.

El pueblo se dividió.

Dos bandos y sólo uno ganaría.

En el olvido (Princesa Encantadora) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora