Capítulo 4

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Solté un bostezo silencioso mientras entraba a la pequeña habitación que conformaba el estudio de Harry. Lo único que no me gustaba de lo grande que era la casa, es que solíamos perdernos la mayor parte del tiempo.

Me lo conseguí sentado delante del micrófono, tocando la guitarra sin percatarse de que había llegado. Observe como las venas en sus antebrazos se hacían notorias debido a los movimientos de sus manos sobre el instrumento, y me mordí el labio para no decir nada antes de que acabara de cantar.

Estaba tarareando Sweet Creature, y para mí era la mismísima gloria. De verdad, no tenían una idea de lo maravilloso que era despertarse de la siesta y conseguir semejante espectáculo en tu casa.

Nuestra casa.

Todavía me parecía bastante irreal pensar en que ambos teníamos un hogar. Alessia nos había ayudado a escoger uno bonito, cercano a todos en la medida de lo posible, y que se acoplara perfectamente a ambos. Habíamos dividido las habitaciones, y creo que lo que mas me emocionaba era pasarme los ellas y ver que habían cosas de ambos regadas por todos lados. Esa sensación de familiaridad era condenadamente buena.

Era de ambos. Compartíamos un hogar, y ambos estábamos felices con esa idea. Mas que felices, maravillados.

La casa no era demasiado grande y estaba en Beverly Hills, en un barrio con pocas casas y mucha discreción. Era exactamente lo que necesitábamos. A Harry le gustaba la privacidad en exceso, y a mi no me caía nada mal tampoco.

Solté una sonrisita tonta cuando rasgo las cuerdas por ultima vez y finalizó la cancion. Observe sus piernas trabajadas, la camisa que se le pegaba muy bien a su torso y brazos, y finalmente me detuve en ese rostro tan jodidamente perfecto. Su ceño fruncido iba directo a la guitarra mientras la afinaba, suponía.

—Buenas tardes, joven Styles.

Levantó la cabeza al escucharme. Su ceño fruncido desapareció y fue sustituido por una sonrisa brillante, de esas que solo me daba a mí y que me mataban lentamente, mientras me barría de pies a cabeza con la mirada. Me sonroje un poco.

—Jamas me voy a cansar de verte recién despierta.

Dejó la guitarra a un lado mientras me acercaba. Me hice espacio entre sus piernas y acomode mis manos sobre sus hombros para sostenerme y dale eun beso suave y corto en los labios. Sentí sus dedos acariciar su camiseta sobre mi cintura.

Era mi pijama favorito.

—Eso dices ahora, solo espera unos cuantos años mas.

Fingí un puchero que el se encargo de espantar, pasando los dedos sobre mis labios lentamente. Su hoyuelo derecho me derritió a la vez que me empujó contra él aun más.

—Imposible.

Rodé los ojos, divertida, y peine su cabello hacia atrás con mis dedos. Su cabeza estaba levemente inclinada hacia arriba para poder verme mejor, y la luz hacía que sus ojos fueran todavía mas claros de lo normal. Las pequeñas lineas amarillas eran mucho mas notorias de esa forma, y también las pocas pecas casi invisibles sobre el puente de su nariz.

—Nuestro vuelo sale mañana temprano, deberías arreglar la maleta y descansar — avisé.

A Tu Lado | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora