Capítulo 4

1K 142 13
                                    

   Normalmente yo nunca había perdido la cabeza por ningún hombre guapo. Pero el toque de Massimo había hecho cosas con mi cuerpo que no podía explicar.

-¿Está todo bien, señorita López? -Me pregunta mientras suelta mi mano.

«¡Lo sabe, el muy cabrón ha notado mi reacción ante su contacto!»

Asintiendo ante su pregunta le miro. Entonces aunque demasiado tarde para evitarlo, siento que me estoy sonrojado cómo si fuese la típica adolescente que ha sucumbido ante su estrella de rock favorita.

-Pués claro que está todo bien y me puedes tutear.

- El asiente y luego se gira para saludar a Judit con un apretón de manos.

- Un placer, señorita Villanueva.

- ¡Oh, no! Judit solamente, a mi también me puedes tutear.

- Mi amiga sonríe coqueta
- Lo mismo digo. -Contesta él, devolviéndole la sonrisa.

«¡Madre mía, que vergüenza!»

Siento la perspicaz mirada de María que me observa cómo si fuera un halcón. El tono de un móvil pone pausa a la conversación.
«Salvada por la campana, literalmente».
Massimo saca su móvil del bolsillo de sus elegantes pantalones y mira la pantalla.

-Si me disculpan un momento, tengo que atender esta llamada.

- Adelante hijo, nosotros seguiremos mostrando a estas dos jóvenes a los demás invitados. -Contesta Silvano.

- Massimo asiente y se gira no sin antes lanzarme una última mirada.

A partir de ahí fue un no parar de presentaciones. La mayoría de ellos se mostraron muy amables me hacían preguntas sobre mi carrera uno que otro soltó un comentario acerca lo hermosa que era. Pero no podía pasar por alto la mirada o las críticas susurradas de algunos con respecto al color de mi piel. Había leído sobre el racismo en Italia, pero la verdad es que esto me superaba un poco.

Ojo, me habían discriminado antes, por eso no paraba de decirme en mi fuero interno ¡Joder otra vez no! Pero en este caso en particular, las miradas de odio me hicieron estremecer. Incluso hubo una, la esposa de un político que insinuó que a saber de qué manera había logrado llegar a ser la mano derecha de Silvano dejando muy claro lo que pensaba de las personas con piel más oscura al negarse de forma rotunda a saludarme cómo la mayoría de los invitados.

Sus palabras textuales fueron:

- María cuándo me invitaste no me dijiste que ella era... morena.

Expresó su mal estar sin tapujos. ¿Qué clase de persona era aquella mujer que se fijaba en esos detalles?
Su fuerte desagrado lejos de amainar se hacía más evidente por minutos. Había visto esto en la televisión. Noticias de futbolistas cómo el centrocampista inglés de la Sampdoria Ronaldo Vieira quién fuera víctima de gritos de mono e insultos racistas por parte de los hinchas romanos, en el encuentro que enfrentó a ambos equipos. Pero nunca pensé que algo así me ocurriría. Estaba desconcertada.

María la invitó a marcharse alegando que no permitía comentarios ni actitudes xenófobas en su casa. Silvano la secundó y alzando la voz le comunicó a los presentes que si alguno de ellos tenía el mismo pensamiento era libre de largarse. ¿Saben que fue lo más triste de todo? que un grupo de ellos lo hizo.

- Lo siento mucho mi niña. - Me susurra María mientras acaricia mi pelo con cariño.
-No debí invitarle,
pero nunca creí que se atreviera a tanto a pesar de que conozco su manera de pensar. Su esposo en sus discursos políticos siempre ha hecho declaraciones discriminatorias y plagadas de estereotipos. Supongo que me equivoqué al pedirle que nos acompañara esta noche.

 Bajo Fuego ® (Primer libro de la trilogía Collision)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora