Capítulo 2

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  — Despierta dormilona.

     La voz de mi amiga me saca de mi sueño inducido por los calmantes. Es la única forma que he encontrado  para  preservar la  calma dentro del avión. De otra manera no hay posibilidad alguna de mantenerme tranquila encerrada en este pájaro de hierro. Podrán decir que es el medio de transporte más seguro del mundo o lo que sea, pero yo la verdad sea dicha le tengo mucho respeto.

      — Has dormido todo el viaje ¡Vaya tela contigo tía!

     —Esa era la idea — Le digo desperezándome.

    Luego de aterrizar  realizar los pertinentes trámites y recoger nuestras maletas nos dirigimos a la salida.

    Fiumicino está situado a treinta y cinco kilómetros del centro histórico de Roma. El aeropuerto está conectado con el centro de la ciudad por varios medios de transporte. Decidimos coger un taxi. Éste, según me comentó María la esposa de mi jefe es el medio de transporte más cómodo para llegar a Roma desde el aeropuerto. También el más caro, más caro aún que un servicio de traslado privado. Los taxis oficiales tienen una tarifa fija de cuarenta y ocho euros el viaje desde el aeropuerto hasta el centro de Roma mi amiga se estuvo quejando por ello un buen rato.

    — Bueno...  Ya estamos aquí. —Digo a Judit cuando el taxi se detiene frente al edificio que será nuestro hogar a partir de ahora.

    —Te va a encantar el piso. — Digo con  una sonrisa.

      Aunque tomé varías fotos con mi iPhone cuando estuve aquí para mostrarle, la realidad supera la ficción.
Judit mira el edificio boquiabierta y luego se gira hacia mí.

   — ¿Estas segura de que podemos permitirnos esto?

     Por supuesto que entiendo sus dudas. Si cinco años atrás  me hubiesen dicho, que estaría en Italia siendo la chef ejecutiva de unos de los restaurantes de mi mentor,
y con un apartamento en edificio como este, de seguro no lo hubiera creído. Pero ahora que estoy aquí, con mi mejor amiga viviéndolo realmente  es extraordinario, espero que todo salga bien.

      El piso en realidad es propiedad de  Silvano, al cual tuve que amenazar con no aceptar el puesto aquí si no dejaba que le pagara un alquiler. Al final el pago es prácticamente irrisorio. Pero  al menos no me siento cómo si estuviera abusando.

     Nuestro apartamento se encuentra situado en una cuarta planta. Doscientos metros cuadrados construidos, tres habitaciones con sus respectivos baños. Armarios empotrados, orientación sur, construcción de mil novecientos sesenta. El edificio está asentado en Vía Filippo Marchetti.

       — Pués claro que si tonta ¿Por quién me tomas? Todo está hablando con Silvano.
     —Lo sé, sólo que es tan increíble ¡Me encanta! — Grita.

     —Y a mí. Cuando María me lo mostró, tampoco lo creía.

     Nos bajamos del taxi y  luego de haber efectuado nuestro pago. El taxista un señor con barriga cervecera nos ayuda a sacar nuestras maletas. El hombre parece buena persona, ha estado describiéndonos la historia de la ciudad y sus lugares emblemáticos todo el viaje.

    —Muchas gracias —Le digo con una sonrisa.

    —Ha sido un placer señoritas.

     Se monta en su carro y con un último saludo se va.
Ya en la entrada del edificio el conserje Dominico al que ya había conocido en mi viaje anterior, sale a nuestro encuentro. Es alto y delgado, con ojos negros, nariz un poco grande y una sonrisa que da la impresión de estar pintada en su cara de forma permanente.

 Bajo Fuego ® (Primer libro de la trilogía Collision)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora